CAPÍTULO 55 "AQUÍ VAMOS ¿DE NUEVO?"

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"Estoy descontrolada, gracias a ti. Y es como nieve en la playa, raro, pero jodidamente lindo"

—Taylor Swift.

Desperté en medio de la madrugada, me moví en mi cama y busqué a David con el tacto, pero me sorprendió no encontrarlo, así que abrí los ojos y me rasqué la punta de la nariz cuando no lo encontré en la cama.

— ¿David? — pregunté por lo bajo, pero era obvio que no estaba ahí.

Me moví en la cama y me di cuenta de que solo llevaba mis bragas encima, reí al recordar que, tan solo unas horas antes habíamos tenido sexo.

Cuando me levanté y me puse mis pantuflas de vaca casi me caigo con la camisa de David, la cual estaba tirada junto con toda su ropa. La levanté y me la puse, no quería ir con los pechos de fuera, me acomodé el cabello y caminé fuera del cuarto.

Al salir me di cuenta de que la luz del pasillo y de la sala estaban prendidas. Cuando llegué a la sala vi a David sentado en la mesa del comedor con su computadora enfrente de él, iba con un pants verde y una playera de manga corta.

Me acerqué a él y lo tomé de los hombros, haciendo que él diera un respingo.

— ¿Qué haces? — pregunté cuando se quitó un audífono.

—Nada, amor, estoy haciendo algo del trabajo, es un balance.

Me senté a lado de él y miré su computadora, tenía una hoja de Excel abierta.

—Pero son casi las 3 de la mañana — dije.

—Lo sé, pero necesito hacer esto — respondió y se levantó los lentes que usaba para no dañarse la vista y tallarse los ojos.

—Entonces te acompaño — exclamé levantándome de la silla — voy a poner el café.

Avancé un poco, pero él fue más rápido y me tomó de la mano.

—Mi amor, no hace falta — dijo y me tomó de la cintura para pegarme más a él mientras seguía sentado — sabes que me encanta que me consientas y me apoyes, pero no hace falta, tienes que dormir, mañana tienes que ir a trabajar.

—Tenemos — le aclaré y él soltó una risa ronca que hizo que me cosquillara el cuerpo.

—Tenemos, pero ya es tarde.

—Entonces vamos a la cama — ladeé con la cabeza señalando el pasillo, pero él negó.

—Entiendo que quieras estar conmigo, pero no quiero que mis descuidos te afecten, y más a ti que duermes cómo oso.

Lo miré con los ojos achicados y él me soltó de la cintura para entrelazar su mano derecha con la mía.

—Juro que no me tardo — me aseguró dándome un beso en el dorso de la mano, yo hice un puchero cuando me miró y le acomodé unos cabellos que salían por su frente.

—Pero no quiero que te desveles — balbuceé como niña chiquita.

—Últimamente estoy disperso y no he trabajado como debería.

—Sí, lo he notado.

Él suspiró y se separó de mí.

—Solo quiero volver a mi yo de antes, olvidar todo esto, es... complicado — susurró y bajó la mirada, apenado.

Me puse en cuclillas y lo obligué a mirarme.

—Lo sé, pero voy a estar para ti, sabes que siempre que lo necesites, tal vez sea mala consolando, pero los brazos de tu novia siempre van a estar listos — le abrí los brazos y él sonrió.

La noche que te conocíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora