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Una tentación que había guardado al saber que esa amistad era duradera. Eran ese pequeño porcentaje que todos envidiaban esa conexión. En el que todo parecía ser diversión, sin peleas o problemas de por medio. Era ellos, y ni siquiera parecían que fueran a tener algo más a la vista de todos, pero la realidad era otra.

Se conocían más allá de un cuerpo, su alma, un complemento. Podrían reír, pero también besarse hasta dejarse sin aliento. Aquello no era un problema, había sido en el pasado un solo consuelo entre ellos para dejar atrás las heridas de otras almas que estuvieron ellos. Sabían lo que eran, lo que buscaban del otro, o lo que podía ser molesto.

Pero ahora, era distinto. Ahora el querer besarse, se convertía en el mejor juego que ambos compartían siempre buscando un ganador. No había nada de ellos que hubiese cambiado, pequeñas variantes que no todos notarían, y si lo fueran a hacer, lo dudarían mucho antes de lograr acertar a la mejor respuesta. Algunos más estúpidos que otros, pero ¿Y qué si lo sabían?

Naruko había prometido cortar algunas cabezas de ser necesario, y Shikamaru no se lo negaría.

Y estaban bien con eso, se conocían lo suficiente como para su vida fuese cambiada nuevamente por tonterías de ellos mismo, ya lo habían experimentados y no era algo que fuese de su gusto.

—Vagabundo —lo llamó, mientras observaba la fiesta de compromiso de Chouji, ambos en la mesa, observando a los demás bailar, ninguno era bueno en eso. Y tampoco querían llegar a humillarse antes desconocidos, una cosa era sus amigos. Ellos aun querían cuidar su imagen.

O lo bueno que aun queda de ella.

—¿Qué ocurre? —preguntó Shikamaru, sin dejar de bostezar. No había descansado sus buenas diez horas, pero debía de cumplir su papel como padrino de boda. ¿Por qué tenía que ser tan buen amigo?

¿Por qué aceptó junto a su rubia teñida?

—¿Crees que en algún momento descubran lo que hicimos?

—¿Hicimos? No, ¿Qué hiciste esta vez, rubia? ¿Agregaste más ron al ponche? —no le sorprendería, más si el ambiente no era tan animado. Naruko, muchas veces se convertía en un peligro que le encantaba.

—¿Qué? ¡No! Todavía no lo he hecho, de toda manera no era eso lo que quería decir.

—¿Entonces...? —insistió.

—¿Quieres apostar cuánto demorarán en descubrirnos?

—Ya deben de saberlo —afirmó él.

Vamos, sabía y aceptaba sin temor que sus amigos eran unos idiotas andantes, pero también eran buenos observadores cuando se lo llegaban a proponer. Incluso si ya pasado dos años desde que empezaron con ese juego. Indicios dejaron, más de lo que Shikamaru podía contar.

Que ellos no preguntaran era algo diferente.

¿Y si de verdad no lo supieran?

—No, idiota, ni siquiera tienen idea, hace poco Kiba me comentó que estas muy solitario desde la ruptura con Temari, ¿Sabes hace cuanto fue eso? —continuó—, y se fue a conseguirte una conquista. No me mires así, lo digo en serio. Ahora ¿Quieres apostar?

—¿Cuánto?

—Cien a que demoran un año en descubrirlo.

Shikamaru rodó los ojos, dos años y no lo habían hecho, ¿Qué era un año más? Pero, aun quería ganar. Era aburrido ser un perdedor siempre con Naruko.

—Cien y una noche bajo mi mando a que ellos ya lo saben, pero se hacen los tontos.

—Pero- ¡Eso es trampa! —masculló. Shikamaru se encogió de hombros, mientras tomaba la copa de champaña que antes había abandonado.

—Siempre eres tú, Naruko, ahora me toca a mí ¿Aceptas o es que tienes miedo a perder?

—Bien, acepto, pero solo si ellos nos dicen que lo sabían.

Shikamaru asintió mientras tomaba de su copa para ocultar el triunfo que iba a tener ese día. Las chicas ya lo sabían, sutilmente lo hacían saber, incluso cuando lo dejaban a solas, o como ocurriría cuando la fiesta acabase y fueran a ir a su habitación, donde solo una cama sería compartida.

Entonces, sabría que la apuesta desde un inicio había sido su mayor dominio. Bueno, solo incluyéndolas a ellas.

—¿Por qué me miras así? —preguntó Naruko, al sentir la intensa mirada de Shikamaru sobre ella. Extrañamente, empezaba a hacer calor en esa área.

—Creo que deberíamos ir a descansar.

—¿Qué dices? Aun no hay diversión.

—Ahí viene Kiba —señaló detrás de ella, por lo que giró para notar a un muy contento hombre, que tambaleante no dejaba de fruncir el ceño en su dirección.

Algo no esta bien, alcanzó a pensar Naruko, al ver como los señalaba.

—¡Chicos! ¡Ustedes son tan malos!

Ambos se miraron interrogantes al no entender sus palabras. Kiba se balanceó hacia ellos, sosteniéndose del respaldo de la elegante silla. Secándose las lágrimas que repentinamente empezaron a salir.

—¿Cómo es posible... cómo es posible...? ¡Que ustedes estén saliendo!

Naruko abrió la boca, soltando un jadeo por la repentina información. Intercalando su mirada entre ambos chicos. Hacia solo segundos que ambos hablaban sobre la apuesta y ahora esto.

—No puede ser... —negó ella.

—¡Es injusto ahora seré el único soltero del grupo! ¿¡Por qué tiene que ser así?! ¡Al menos denme un poco de tiempo! ¡Aun estoy joven!

—Aún queda Shino —comento Shikamaru, como única respuesta, al notar como su chica aun estaba perdida en sus pensamientos por la repentina situación.

—Cierto, Shino esta soltero... iré por él.

Y tan rápido como llegó, se despidió de ellos. Lo vieron correr hacia la mesa donde Hinata hablaba con Shino, tomando de los hombros y besándolo sin reparo. Hinata solo se alejó en silencio, mientras Shino correspondía.

—Esto es nuevo —murmuró Naruko, resignada por haber perdida tan rápido.

—Lo sé. Ahora ¿Adelantamos una parte del trato?

—Eres un maldito, Shikamaru —lo insultó, sin dejar de sonreír, mientras tomaba la mano que él había extendido, como todo un caballero—, al menos sabes como comportarte.

—Al menos en público.

—Idiota.

Fin.

Sweater Weather (Shikanarufem!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora