One love, two mouths

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Sus manos juguetearon en el doblillo de su sudadera. Estando sobre él, Naruko acarició su largo cabello azabache con la yemas de sus dedos. Con ello una imagen tan fresca en su memoria de como habían iniciado aquel juego.

Pequeños besos sobre sus belfos fueron dados, y Shikamaru apretó la piel de su cadera bajó sus largos dedos.

—Me resulta extraño que te dejen, Shika, porque sigo sin entenderlo —pensó un poco más—. A mi me gusta como besas.

—Eso es lo más problematico, sé que beso bien —respondió sonriendo bajo la atenta mirada divertida de la chica, incluso cuando ella le dijo arrogante—. Quizás es la nula suerte que cargo conmigo.

—¿Es lo que crees? —preguntó en una escasa voz. El chico asintió—. ¿Y yo? Idiota, la poca suerte es lo que compartimos. Ni siquiera me sorprendería que nos fuera peor.

—Lo puedes ver así, tampoco es relevante —acortó la distancia de sus rostro, acariciando con sus propia nariz, su puente nasal, tan lento como un beso al que no estaba acostumbrado a dar. Quizás era verdad, pensó. ajuntados en una amistad de desafortunados.

Ambos eran desafortunados, y siempre acallaban sus problemas con el alcohol. Adictos a esa libertad que se les ofrecía, nublando sus sentidos y sosteniendo un alegría vacía. Era su libertad.

Se embacaron en una guerra entre sus labios, buscando un ganador en la lucha de jadeos. Compartienos los latidos freneticos que buscaban una sincronía en aquel deseo. Entonces, sabía que no podían continuar, porque si lo hacían, no se detendrían.

Eran de los que tomaban una desición en base al momento, no pestañaban por lo que hacían. Su mal era pensar después de lo hecho.

Pero, para Naruko, eso era lo de menos. Sentía su piel arder sobre el escaso contacto que mantenía, y los movimientos de vaivén de sus caderas iniciaron, incluso con el gemido que Shikamaru reprimió.

—Naruko —dijo entre dientes, dejando que sus manos buscaron peñizcar sobre la piel de sus trigueños muslos—, espera.

—¿Por qué? —preguntó sobre los labios ajenos, compartiendo aquel cálido aliento— ¿Quieres que me detenga?

—Por supuesto que no, pero..., esto...

Puede terminar mal. Concluyó en su mente. Había tenido un momento de lucidez en sus propias acciones. Amaba a Naruko, no con este tipo de amor que otros parecían profesar a profunda voz. Y que él solo podía ofrecerle el deseo carnal, creciendo y compartiendo lagunas de jadeos de sua labios. Refugiarla sobre sus brazos y nada más. ¿Eso era correcto?

—Es lo correcto, beloved. Piensas mucho. —La escuchó decir. Naruko tomó su rostro, entre sus pequeñas manos y chocó sus frente suavemente. Y con la mirada fija en sus negros ojos—. Nos podemos detener, Shika, y cocinamos algo más, porque gastar energías me dio hambre.

Él dejó escapar una suave risa, mientras dejaba caer un beso casto sobre sus labios entreabiertos. Había temido por una mala reacción, debido a sus propias malas experiencias. Temía que, ella, con quien había estado compartiendo por tanto años se fuera tan pronto de su lado.

Naruko lo tentó, y él sin un poco de esfuerzo para evitarlo, cayó.

—Podemos comer después, quiero postre.

—Engordaras por eso.

—Entonces, gracias por alimentarme —concluyó él.

Nuevamente la besó y los pensamientos de Naruko se volvieron un estrago. Mientras era devorada entre los traviesos trazos de sus labios y las caricias sobre su cadera, subiendo por toda su espalda, y como si sus dedos caminarán, volvieron a bajar tan lento como subieron.

Sweater Weather (Shikanarufem!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora