Apoyó la frente en el cristal y subió la cremallera de su chaquetón hasta arriba del todo, esperando poder esconder aunque fuera la mitad de su rostro así.
Tenía la música en los auriculares a todo volumen (con la primera canción genérica de Mitski que encontró). Pero seguía escuchando los abucheos de irrespetuosos del equipo de bádminton de su instituto y de quienes no pertenecían a éste.
Habían perdido por su culpa, Como siempre. Al menos, era el último partido del año (¿año nuevo, vida nueva? ¿Tendrá más suerte en 2022? No lo cree, para nada).
Nunca antes la habían tratado así. Sería por el público del instituto al que se habían enfrentado. Un instituto privado, de ricos. Es increíble cómo cambia el carácter de la gente sólo por lo que tiene o deja de tener. Sobre todo, por el dinero. Cuanto más dinero tenía el rival, más faltas de respeto (y alguna que otra trampa) estaba obligada a tolerar.
Estaba cansada. Sólo quería que la música triste, que la entendía, que describía con exactitud sus pensamientos y emociones, la envolviera y formara un escudo contra el frío mundo que la rodeaba (frío como el color de sus ojos, el viento que atravesaba la tela de sus leggings, como el sudor que había derramado para nada).
Había una razón por la que seguía asistiendo a clase y no se perdía ni un partido, aun viendo perjudicadas sus notas. Había una forma que nunca le enseñarían en matemáticas. Una sensación que nunca aprendería a describir por muchos adjetivos que le enseñaran. Una estrella que, por mucho que saltara, nunca alcanzaría.
Y resultó que esa estrella se tenía que subir al mismo autobús que ella. Iluminando sus orbes rojizos cada rincón del interior del transporte. Dejando el olor de su colonia impregnar los asientos que la rodeaban. Abanicando sin saberlo con sus pestañas el aire gélido hasta espantarlo de su persona.
Su corazón dio un vuelco. Pegó las rodillas a su pecho, aunque no estaba bien visto hacerlo en el transporte público, a la vez que su rostro se calentaba y su corazón latía mucho más rápido de lo que ella misma jamás se movería practicando ese deporte que, de una manera u otra, las unía.
Había bastantes sitios vacíos. Pero esa estrella se decantó justo por el que estaba al lado de la chica que se sentaba de forma extraña (a la que le faltó poco para gritar).
No la miró mientras se acercaba. Como si estuviera prohibido. Y eso que siempre, desde pequeña, se permitió mirar a las chicas, porque sentía que no tenía derecho de hacer lo mismo con los del sexo opuesto.
Realmente, los chicos nunca llamaron su atención. Y se obligó a que lo hicieran. Llegó a obligarse a fingir estar pillada por su mejor amigo y básicamente cualquier varón de su edad a quien le tuviera cariño. Confundida por sus gustos, sus sentimientos, su contexto familiar que no le permitía salirse de la norma, creyó que eso era amor. Se replanteó si le gustaban las mujeres, pero no si le gustaban los hombres. Por simple costumbre se acostumbró a que sí. Por eso perdió tantos años de su adolescencia saliendo con chicos en vez de estar en relaciones sin ansiedad de por medio. Sintiéndose cómoda y querida con una de esas chicas bonitas que de vez en cuando hacían un cameo en sus sueños.
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vi. nieve en tokyo, dcmk。
Fanfic[ 名探偵コナン & まじっく快斗 ] NET | ❛corazones que se hielan mientras otros se colman de la calidez que trae consigo esta época del año.❜ -eurus edogawa