COAI.
Podría haber empleado ese tiempo que ha perdido viendo cómo los niños se ponían hasta las cejas de comida contemplando la lluvia de estrellas que, casualmente, se produce esta víspera de Nochebuena.
Eso de pensar de que al fin y al cabo son meteoritos que se queman y no llegan a la tierra le quita todo el romanticismo.
Pero es que ése es su estilo. Pensar con la cabeza, y no con el corazón.
Tiembla. Hace frío a la intemperie y está poco abrigada.
Ojalá se desintegrase ella también —ni en esta época del año se esfuerza en sentirse bien consigo misma—, como las estrellas. No hace falta ni que sea de forma bonita. Sólo rápido. Así desaparecería y no volvería a tener frío.
Mira al cielo. Si hubiera querido formular un deseo antes de que la última estrella pasase, no le habría dado tiempo.
Se da cuenta de repente de que hay alguien, aparentemente atento a la lluvia de meteoritos, a su lado. Justo cuando sus ojos grisáceos recaen sobre el cuerpo ajeno, éste los cierra y junta las manos sobre los labios. La brisa invernal ondea la manta que le cuelga de un brazo.
Cae en la cuenta de que, por mirarle, ha perdido otra estrella. Pero bueno. Esta vez sí ha invertido bien el tiempo.
Los labios de Kudo, mientras conecta sus orbes índigos con los confusos de la niña, se curvan en una sonrisa pequeña; apenas se levantan sus comisuras. Acto seguido, toma con sus dos manos un extremo de la manta hasta que está bien extendida, se acerca más a ella y extiende la cálida frazada sobre sus cuerpos. Es de lana, suave, calentita, pero está mal hecha.
"¿Quizás la hizo el profesor? ¿Chochea ya hasta el punto de tejer mantas?" se pregunta.
ー¿A quién se le ocurre salir tan desabrigada? ーle reprende el niño. Eleva la vista de nuevo al manto otro; el negro y salpicado de puntos brillantes sobre sus cabezas.
—Me sorprende que alguien como tú esté tan interesado en la superstición relacionada con los astros —habla con su inconfundible sarcasmo—. ¿Qué es lo siguiente? ¿El horóscopo?
Él no responde. Haibara no sabe si es por vergüenza o porque, simplemente, no hay respuesta.
Pero la pregunta más importante para ella es, ¿qué clase de estrella fugaz caería a la tierra y se quedaría con ella? Sólo la estrella Shinichi Kudo, uy, quiero decir, Conan.
Y teniendo en cuenta su pasado y los innumerables secretos que tiene que ocultarle aún para protegerle es la ironía más grande de la galaxia.
Haibara, que cada día ve la muerte más cerca, ya tiene planeado su cielo. Y no en el sentido cristiano. No es creyente —por creer, a estas alturas, no cree en nada—. En su cielo destaca un cometa. Una estrella fugaz que puede haber perdido trozos de ella, pero que sigue en pie. Una estrella que brillaba más que ninguna sin ser precisamente la más grande. Una estrella que, indiscutiblemente, era el centro de no sólo su cielo imaginario, sino su universo.
Decide mirar ella también las esferas centelleantes.
Esta vez sí pide un deseo. Toda su fachada se derrumba en segundos —porque todos tenemos una debilidad— y actúa como buena ilusa víctima de la flecha de oro de Cupido.
Aquella fue una estrella fugaz que Ai usó confiarle su secreto. Nadie puede guardarlo mejor que algo que ha muerto.
Si eres capaz de pillarla en un momento de debilidad cómo este, es fácil descifrarlo.
Aunque parece ser —por suerte— que ese detective, por muy sonado que sea su nombre, no tiene ni la más remota idea. Para rebajar ese ápice de positividad, para desmoralizarse y no dejar cabida a las ilusiones, Haibara se convence de que él le ha dedicado su deseo a una persona mucho más obvia que ella.
Pronto su mente, cual satélite, deja de virar una y otra vez alrededor del mismo tema. Pues se queda dormida apoyando inconscientemente la cabeza sobre el hombro de su querida estrella. Quema. Conseguirá su objetivo: se desintegrará.
Se desintegrará por el calor de un amor incondicional y fugaz.
editado el 081221, esto estaba redactado de forma muy poco coherente ??? me gusta mucho más así.
also, llevo escribiendo desde las doce o cosa así, sentada en mi cana, con el portátil sobre una almohada doblada a modo de escritorio; de por sí me dolían las piernas porque llevo casi una semana sin moverme debido a que estado enferma (no, no es covid) y ahora me duelen aún más,, a nadie le interesa pero yo lo cuento(?
bueno, espero q os guste <3
-eurus
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vi. nieve en tokyo, dcmk。
Fanfic[ 名探偵コナン & まじっく快斗 ] NET | ❛corazones que se hielan mientras otros se colman de la calidez que trae consigo esta época del año.❜ -eurus edogawa