La apuesta

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En lugar muy hermoso internalizado en la selva al inicio de Sudamérica visto desde el norte, en una Vegetación fresca por la humedad de la montaña se respiraba aire puro que daba un aroma a madera mojada. En este lugar situado en el Amazonas había animales salvajes de todo tipo, montañas de gran tamaño en el cual rodeaban el lugar a cada lado y una gran cantidad de fauna silvestre y flora.

Los habitantes humanos de ese lugar compartían la caza, la pesca y la cosecha, entre los habitantes había amor, unión y respeto. Era una comunidad de indígenas nómadas divididas en cinco tribus, cada una de ellas tenía sus costumbres, reglas y caciques. Los Pachacámac se situaban al Oeste del territorio, los Kaliawiri al Sur, los Caranquis al Este, los Tiwanaku al Noroeste y los Yekuana al Norte, aunque estaban compartidas no dejaban de ser unidas. Nacían, crecían y morían en ese lugar desde ya años, respetaban la flora, la fauna y la justicia era indispensable para mantener la paz. Hacia el Noreste entre la tribu Yekuana y Caranquis estaba la entrada de una gran selva que conducía al río y en el centro de todas las tribus se encontraban troncos y unas especies de mesas pequeñas donde siempre hacían reuniones.
Entre esas tantas mujeres hay cinco niñas de trece años de cada tribu, amigas inseparables, entre ellas una llamada Siriche que pertenecía a la tribu Yekuana, era radiantemente hermosa, su gran belleza impresionaba a todos los caciques, Su color de piel semejaba la tierra en la que sembraban, sus ojos proyectaban inocencia, su largo y lacio cabello semejaban a los ríos que bañan la zona mientras que su dentadura era tan blanca como los copos de nieve de las mas altas montañas.

Siriche la cual era hija única abrió los ojos en su hamaca y se levantó dentro de una choza la cual estaba decorada con hojas de plantas secas tejidas para colgar objetos, utensilios de cocina y caza, el lugar tenía en el centro algunos troncos para sostener el techo el cual era elaborado con ramas de palma que servían para enganchar las hamacas, Siriche esquivó con cuidado a sus padres que aún dormían y salió muy temprano en la mañana abriendo la puerta de madera tratando de hacer el menor ruido posible. Afuera de la choza observó a los lados y pudo ver que solo estaban despiertos algunos de los ancianos, amanecía, entonces muy apresurada fue a la tribu Kaliawiri a buscar a una de sus amigas, cruzó corriendo toda la comunidad y al llegar abrió la puerta con cuidado haciendo lo mismo que hizo en su choza pero esta vez entrando, comenzó a buscar la hamaca de su amiga y la última al fondo ahí consiguió a Jivi dormida con la boca abierta, Jivi era un poco más clara de piel que Siriche, también un poco robusta y era la que más contaba con hermoso rostro de su tribu, Siriche se arrodilló en el suelo al lado izquierdo y le sopló el oído, Jivi se levantó sobresaltada y la primera que vio fue a Siriche.

- No es posible que yo tenga que venir a despertarte cuando fuiste tú quien insistió que se hiciera la danza hoy - dijo Siriche mirando un loro de madera tallado por la misma Jivi - fui la primera que se despertó así que tengo el mérito de ser la primera en comer el primer fruto del árbol de naranjas

-Si... si, ya, ganaste. Vamos a buscar a las demás para informarles - dijo Jivi casi dormida

Se encaminaron a la tribu Caranquis donde su amiga Umiña vivía la cual tenía el cuerpo semejante a una guitarra, los labios gruesos y ojos grandes, oscura de piel y cabello lacio. También estaba dormida pero al escuchar los pasos de Jivi y de Siriche abrió los ojos.

- Ya me había levantado ¡ya me había levantado! Soy yo la ganadora - dijo Umiña

- No es necesario que mientas Umiña, ya ganó Siriche - dijo Jivi bostezando

- ¿Y las demás? - dijo Umiña sonriendo por el intento fallido de hacer trampa

- Vamos a buscarlas ahora, pero primero iremos por Uyuni - dijo Siriche

Las tres chicas saludaron a la madre de Umiña la cual era una hermosa mujer y se fueron a la tribu Tiwanaku a buscar a su amiga Uyuni, cuando Umiña, Siriche y Jivi se acercaban, Uyuni la cual era alta, un poco robusta y hermosa, salió corriendo de su choza y se encontró de frente con sus amigas.

SiricheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora