La pérdida de un amor

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La cinco chicas corrían, una mirando al frente, otras mirando al suelo con los ojos llenos de lágrimas y otras mirando hacia los lados, sentían que irían directamente a la muerte, era un sentimiento extraño que abarcaba sus corazones, sentían que ya nada sería como antes luego de ver a esos hombres extraños color luna, pero también sabían que no podían evitarlo, al menos algo debían intentar. Tuvieron que detenerse varias veces porque Jivi quería devolverse y éstas la halaban y le decían que tenía que acompañarlas, hasta que la chica se convencía muy temerosa y emprendía de nuevo el paso. Mientras caminaban, todas estaban sumergidas en sus pensamientos calladas sin mediar palabra, entonces un brazo salió de los árboles y tomó a Siriche, ésta comenzó a halar desesperadamente pero al ver que era Mugú el chico más cotizado de la tribu Yekuana, se calmó un poco e hizo señas a las demás de que no pasaba nada y se acercaron.

- ¿Qué se supone que hacen todas ustedes aquí? Esto es muy peligroso chicas, tienen que irse, éste campamento cada vez más está avanzando, y pueden llegar a éste lugar, vayan a la tribu aunque allá también llegaran pero estarán junto a su familia, chicas... ésto sea bueno o malo, no lo van a poder impedir, no se acerquen no creo que puedan hacer algo. Iré a la tribu a decirle al cacique, ustedes no deben estar aquí -dijo Mugú

Todas se miraron y se asustaron

- ¿Y tú? ¿Qué haces aquí? Tampoco deberías estar, porque por lo que yo sé tú has sido enviado a pescar, no a venir a espiar y llevarle la información al cacique ¿o sí? - dijo Umiña

- Por supuesto que no soy el espía de los Yekuana - dijo Mugú con indignación, pero sintiéndose un poco atrapado le dijo a Umiña - está bien, tienes razón, yo tampoco debo estar aquí, ahora somos seis, por lo tanto si quieren ir, yo voy con ustedes para cuidarle las espaldas.

Y así fue, Mugú se fue unió con las demás chicas hacia el campamento corriendo muy sigilosamente, mientras se iban acercando olía a hojas, madera y carne quemada, abrieron un poco las ramas para poder ver de lejos el campamento, todos estaban expectantes porque por primera vez veían aquellas personas y cosas tan extrañas, tenían caballos amarrados y muchas cosas estratégicas que servían para su beneficio. Siriche con lágrimas en los ojos vio todo el oro que tenían en bolsas, tenían marcas de tribus de los alrededores y confirmó que éstas personas no eran buenas, tenían una especie de celebración, bebían, danzaban y se gritaban unos a los otros mientras reían, Siriche pudo observar que había un hombre de cabello por las mejillas que daba un aspecto muy arrogante, el cual no reía ni conversaba, entonces se acercó a ellos una persona de piel muy oscura y rasgos diferentes a los hombres de color luna, estaba encadenado y les traía lo que pedían, en uno de esos momentos se tropezó con las cadenas y se le cayó la botella que traía para el hombre de cabello por las mejillas, al pasar esto, éste hombre se levantó y golpeó en el suelo con el látigo que cargaba en la mano, lo hizo tantas veces que Jivi se exaltó y ya no podía seguir aguantando el gemido, las demás chicas estaban igual y ya no debían estar allí.
Los seis chicos tenían mucho miedo ya que no estaban acostumbrados a ver eso, se alejaban del lugar caminando hacia atrás, pero Umiña piso una sapo, se resbaló y cayó hacia atrás haciendo mucho ruido, Jivi gritó con gran fuerza ya que estaba muy nerviosa, en ese instante todo el bullicio que había en el campamento se fue apagando y las chicas supieron que las habían escuchado.

- ¡Corran! Yo me quedo a enfrentarlos y así los desvío de la tribu - dijo Mugú rápidamente

Todas las chicas corrieron llenas de pánico, pero Siriche sintió que se le caía el mundo al ver a Mugú sacrificarse de tal manera, todo por su capricho egoísta de ver a los hombres de color luna, estaba viendo lo que había causado, Mugú estaba en grave peligro por su culpa, temblando besó al chico, éste se quedó petrificado mirándola a los ojos, fue un momento mágico y hermoso para ambos, los chicos con el dolor corriéndole por las venas se abrazaron fuertemente pero al ver que Siriche se quedaba allí y los hombres de color luna se acercaban, Mugú la separo de él.

SiricheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora