Olor a madera quemada

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Estaban todos ya listos para atacar cuando comenzaron a salir uno que otro habitante del pueblo, ya estaban despiertos en sus casas pero ahora salían cada uno a tomar aire o a hacer sus labores, comenzó a salir el sol y el cacique Guaica dio la señal a los que estaban con él, pero pareciera que hubiese dado la señal alrededor del pueblo porque en el mismo instante que salió su grupo salieron los grupos de Macú y Chacao, Siriche sintió un frío en el estómago, cada vez que daba un paso se le aceleraba el pulso y comenzó a correr, volteó a un lado y uno de los hombres color luna armados que se había dado cuenta del ataque, sacó su arma para atacarla pero ella fue más rápida y le clavó una flecha en el pecho, sin embargo éste hombre sin siquiera saber a dónde iría la bala disparó, esto hizo que los demás se alertaran y las mujeres gritaran entrando en sus hogares. Comenzó el ataque, mujeres con sus vestidos corrían de un lugar a otro, capitanes y generales salían a pelear con sus armas y aunque algunos de la tribu llevaban ventaja, los hombres color luna no se dejaban ganar.

Entre un flechazo y otro, Siriche levantó la mirada y vio que al cacique Guaica lo tenían apuntado dos de los invasores y él no sabía qué hacer, entonces muy cuidadosa y rápidamente se acercó al lugar, tomó una flecha y se la lanzó en el pecho al que estaba más cerca del cacique Guaica, éste cayó al suelo pero el hombre que estaba atrás la vió y le disparó, el cacique Guaica en ese instante le lanzó una flecha y lo mató. Siriche al ver que ya el cacique Guaica había tomado el control de la situación respiró profundo y comenzó a correr al centro del pueblo de nuevo a seguir luchando pero sintió su brazo izquierdo arderle inmensamente, volteó y vió que estaba ensangrentado, por lo visto no había salido muy ilesa del encuentro con aquellos invasores. La bala había logrado parte de su propósito, se tocó y sintió que no había entrado la bala, sin embargo no sabía que efectos secundarios traía ya que los que ella había visto que los tocaba éste instrumento morían. Sintió pánico pero no dejaba de caminar tomándose el brazo de la herida junto con el arco y el cabello se le enredaba con la sangre, entonces casi llegando al punto de partida se sentó en el suelo sintiéndose débil y pensando en la muerte, si supiera que era una flecha sabría como sacársela pero esto no lo conocía, pensó que traía algún veneno que hacía que le corriera por todo el cuerpo, soltó el arco y se quitó el cabello de la herida muy lentamente por lo débil que se sentía, temblaba y respiraba agitadamente, quería seguir luchando pero no podría, entonces vió a el cacique Chacao quien la cargó y se la llevó corriendo a la choza donde ella había dormido el día anterior, allí la acostó y uno de los ancianos de la tribu el cacique llamado Catia comenzó a curarle el brazo. Lentamente sintió que ya moría y dejó sus parpados caer.

Siriche abrió los ojos un poco consternada y miró a su alrededor, estaba en una choza y recordó que el cacique Chacao la llevó cargada y ensangrentada, se miró el brazo y tenía algunas hojas de alguna planta pegadas en la herida, no podía mover el brazo ya que al intentarlo le dolió mucho, no había muerto y al pensar esto se sintió un poco apenada por lo dramática que se debió haber visto por comportarse como si moría con tan solo una herida en el brazo. Pero no pudo evitar sonreír, estaba viva, viva para seguir luchando por las tierras que le habían heredado sus ancestros y eso de alguna manera le hizo que se sintiera bien. Se levantó y salió de la choza, era de noche y estaban los integrantes de la tribu regados por todo el lugar, algunos acostados y otros hablando en grupo, se dio cuenta de que habían muchos heridos y entendió el por qué estaba sola. Se acercó un poco al grupo donde estaban casi todos los que conocía incluyendo el cacique Guaica, éste al verla se levantó y la aparto del grupo para hablar con ella.

- ¿Cómo te sientes? - preguntó el cacique - realmente te agradezco haberme ayudado en ese instante, si no hubieses llegado los invasores finalmente habrían terminado con mi vida

- Ya me siento mejor, me asusté mucho, tanto que pensé que iba a morir - dijo sonriendo un poco apenada

- Pero aquí estoy, por algo será ¿no? Y estás tu, por algo es, y no me agradezcas, simplemente ayudé al cacique de la tribu, es mi deber porque ellos llevaban la ventaja, y si morías iba a ser deshonroso porque no estaban con las mismas armas ni la misma cantidad de hombres, así que lo justo es que yo te ayudara. Tu mataste al que me lastimó y yo maté al que te iba a matar, estamos a mano, más bien debo agradecerle al cacique Chacao que me trajo para acá - dijo Siriche mirando al cacique Chacao e intentando no sentirse heroína ya que la culpabilidad de la invasión a su tribu la llevaba a cuestas.

SiricheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora