La soledad entre los ríos

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A la mañana siguiente Siriche no durmió, entró sigilosamente a cada una de las tribus y robó los collares y pulseras de oro que pudo, las escondió cerca del río y fue a recostarse en su choza toda llena de lodo.

A la tarde, Siriche y sus amigas se habían dedicado a moldear la arcilla que habían recogido los días anteriores, para hacer vasijas mientras hablaban muy poco por la muerte de Mugú y del robo de los collares, Siriche no comentaba casi nada, estaba desesperada, la llegada de estos hombres hacía que ella pensara que estaba cerca la muerte y no la podía detener, como si supiera que tenía una enfermedad y no tenía la cura, su mente pensaba rápidamente.

- Ahora con la pérdida de las joyas no sé qué iremos a hacer, al menos con eso podemos dárselos y que se vayan si eso es lo que quieren - dijo Jivi sin quitar la mirada del envase de arcilla

- Eres demasiado ilusa Jivi, ellos vienen por las joyas y las tierras también, vienen a adueñarse de todo - dijo Siriche

- No lo creo, solo vienen por las joyas ¿o no viste que en sus bolsos tenían joyas de otras tribus? No creo que vengan también por las tierras - respondió Jivi exasperada

- Es obvio Jivi ¿crees que nuestras tribus pelearán? No, no lo harán, nos matarán a todos y las joyas no servirán de nada - respondió Siriche molesta

Se tornó un silencio incómodo y todas miraron a Siriche.

- No quiero pensar que fuiste tú la de la idea del robo de las joyas - dijo Umiña intentando no quitarle los ojos de encima a Siriche

Al darse cuenta de que había sido Siriche algunas de las chicas soltaron los envases con indignación, otras respiraron profundo y otras negaban con la cabeza muy enfadadas

- Vamos Siriche, devuélvelas, es la única manera de que nos dejen en paz, si no tenemos joyas nos matarán - dijo Uyuni

- ¡Basta! Nos van a matar a todos y no va a ser porque no tengamos las joyas - respira - no entienden, nuestro problema no es no tener nada, nuestro problema es tener mucho, tener todo. ¿O no vieron todas las joyas que tenían en su poder esos bárbaros? De seguro ya todas ésas personas están muertas y saqueadas - dijo Siriche como si cada palabra le doliera y fuese una daga que le apuñalaba la sien.

- ¡No hay seguridad de eso! Aún sigue siendo nuestra única esperanza, si llegan a saquearnos sin hacernos daño, vas a buscar esas joyas y se las das para salvar la vida de nuestras comunidades, nuestras vidas están en tus manos y sigues siendo terca - dijo Jivi quien soltó todo lo que hacía y se fue

Siriche la observó y sintiéndose derrotada siguió en su labor y las demás también.

Al cabo de unas horas comenzaron a sonar en los aires algo jamás escuchado, Siriche se asustó y soltó la arcilla, Wari abrazó a Uyuni, mientras que Umiña volteaba hacia arriba intentando detectar de donde venían los sonidos, Jaboa detectó de donde venían y fue a averiguar junto con cinco hombres más. Mientras Siriche desesperada pensó que seis hombres no serían suficientes y se ponía más nerviosa, al cabo de un momento de suspenso sonó más de siete veces un sonido como detonaciones, olía extraño y no se sabía qué era. Comenzaron a correr todas y todos los integrantes de la tribu sin saber a dónde ir, a lo lejos observó a Jivi que, con las manos en la cabeza miraba de lejos a Siriche.

Pero justo cuando casi todos estaban escondidos, Wari detrás de la choza de Los Pachacámac, Uyuni se subió en un árbol cerca de su tribu, Umiña se metió en la choza de los Kaliawiri, Jivi se había metido en su choza con su familia y Siriche pudo visualizar por detrás de un árbol grueso que eran los mismos hombres del campamento, estaba paralizada de miedo y no paraba de mirar, pero cuando salió el cacique viejo de la tribu Yekuana a recibirlos, el Jefe de los piel color luna lo vio, le revisó a ver si había algo de valor en su cuerpo y lo señaló con un palo del cual detonó y le salió humo como de fogata, el cacique cayó al suelo ensangrentado y sin movimiento.

SiricheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora