Esclava por dentro y por fuera

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Tres años después a pesar del odio que la dominaba en contra del señor Cristóbal, estuvo trabajando para él y pagando impuestos ya que los hombres color luna decían que los indígenas eran muy débiles para el trabajo duro, los dejaban vivir pero pagando impuestos por habitar en sus propias tierras, Siriche vivía en las habitaciones de servicio de la casa y hacía algunas artesanías para la venta en el pueblo ya que vendía en gran cantidad, tanto que esto le daba una buena ganancia al señor Cristóbal. No podía tener el dominio de su vida, siempre le tenía que rendir cuentas, ya estaba un poco acostumbrada a la injusticia que reinaba en su tierra desde que mataron a traición al cacique Guaica que hizo temblar a la gente de color luna y suspirando por su libertad total pasaron los años cuando supo que un nuevo cacique le estaba dando la batalla a las tropas del señor Cristóbal no muy lejos del pueblo donde ella estaba. Un cacique llamado Tama el cual apresaron e hicieron que un perro lo asesinara, esto a Siriche le asombró mucho pero de igual manera sabia que el señor Cristóbal asesinaría a cualquier cacique que luchara por las tierras heredadas.

Una mañana fue a la cocina de la casa del señor Cristóbal y comenzó a conversar con Magua y Jacinta quienes eran las cocineras de la casa, ya habían tomado algo de confianza así que una que otra vez reían y bromeaban, aunque Magua sonreía miraba a Siriche con gesto de complicidad hacia la desobediencia.

- Magua mi negra ¿tú crees que algún día tú cocinarás para ti solita, sin necesidad de trabajar tanto? ¿te imaginas algún día ser libre? Cómo me gustaría ir a visitarte a tu propia casita - dijo Siriche sonriente, soñando un poco para escapar de la realidad

- Que te puedo decí mija, yo hasta ahora no sé lo que es que no me manden a ná, estoy acostumbrá a tené un dueño. Realmente no sé qué decirte, nunca me he imaginado sé libre, y de verdá, no sé si me gustaría - dijo Magua meneando el caldero que estaba montado en el fogón con la otra mano en la cintura

- Pues yo si he sido libre, siempre viviendo bajo unas reglas claro, pero casi siempre las rompía - dijo Siriche riendo a carcajadas recordando las veces que desobedeció - si no fuera porque el cacique me quería tanto, yo creo que me hubiese echado de la tribu. Pero ser dueña de tu propio destino es lo más hermoso, piensa en Jacinta mírala, toda miedosa y penosa, siendo tan joven, sé que llegará el tiempo de su libertad

- ¡Bah! Pensá en eso es una pérdida de tiempo niña, en ésta vida me toco sé lo que soy, y sabiendo cómo son los millonarios, el negro que se rebele corre el riesgo de morí, y no creo que uno en éste lugar lo haga, todos tienen hijos o mujé - dijo Jacinta con un tono de decepción en su voz

- ¿Por qué no te rebelas tú? Yo te apoyo, créeme que toda tu gente te lo agradecerá, con tanto trabajo que ustedes pasan, si yo que no soy esclava me toca un trabajo fuerte ustedes me imagino que aunque sea les debe doler los pies ¿no? - dijo Siriche intentando convencer con una mínima sonrisa ya que en la cara Magua y Jacinta estaban totalmente serias por esas ideas tan descabelladas

Hubo un momento de pausa y las tres intercambiaron miradas, Jacinta comenzó a temblar y Magua lo notó.

- ¡Ya! Dejemos ese tema así y pongámonos a trabajá que bastante que queda pa hacé Jacinta, y tu Venecia ponte a pintar los envases de arcilla que debes vender pa' pagá tus impuestos porque si no les pagas sabes bien como se ponen. Mira como está la pobre Jacinta, le tiene pánico a los mantuanos - dijo Magua un poco nerviosa

- ¡Mi nombre es Siriche! ¡Bah! Por eso es que están así, hasta que uno no se rebele y se alíe con otros, seguirán viviendo bajo un yugo que los tiene como los tiene solo porque les da la gana, si ustedes se levantaran... - pero tuvo que callarse porque Jacinta la interrumpió alzando un poco el tono de voz, tanto que Siriche se extrañó de verla así

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⏰ Última actualización: Mar 24, 2022 ⏰

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