Sucedió mientras dormías (Pt.1)

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La nevada de la noche anterior cubrió todo Kioto. El frío era tal que mi respiración dejaba un tenue trayecto de vapor en el aire. La bufanda que hacía juego con mi abrigo bastó para protegerme del invierno y aunque mi cuerpo estaba cálido bajo las capas de ropa, mi corazón seguía un poco frío por la pérdida de mi padre hace poco más de un año. — ¡...go, no llego, no llego, de veras! —Esa voz me sacó de los pensamientos de mi padre y me calentó el corazón junto a un pequeño ardor en mis mejillas. — ¡Buenos días! —Exclamó al pagar su pasaje sin mirarme, porque se le iba el tren.

"B-buenos días pa-para ti también." Pensé, incapaz de responder con la voz porque ese muchacho siempre me causaba el mismo aturdimiento. Suspiré y continué mirando su cabellera amarilla, esos brillantes ojos azules y sus hermosas marcas en las mejillas hasta que desapareció de la estación. A veces tenía muchas ganas de hablarle, de decirle algo más que el silencio de siempre y, quizá, preguntarle su nombre, o decirle el mío, pero el simple hecho de verlo cada mañana me bastaba para alegrar mi corazón y para enmudecer todo el día.

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—Creo que hoy llega el árbol de navidad, nii-san. ¿O será mañana? —Le dije a mi gato, que no apartó la mirada de mí mientras decoraba el departamento. —Quizá debí pedirlo antes. Tal vez por las fiestas el correo demore y... —La puerta sonó y dejé mi intensa caminata por el lugar para abrir. —Oh... Sasuke-kun.

—Mi cielo, me parece que esto es tuyo. —Dijo de forma coqueta, señalando la caja bajo su brazo; era mi árbol. —Y el repartidor viene gratis. —Me guiñó un ojo y entró al departamento junto con el paquete.

—Em... Gracias por recogerlo por mí, Sasuke-kun. Olvidé que llegaba hoy por la tarde.

—No tengo problema con ello, pero creo que te sobreexiges, cariño. En unos días será Navidad y mírate. —Dejó el árbol dentro y me empezó a ayudar a sacarlo mientras yo buscaba las decoraciones en el armario. —Armando el árbol de Navidad apurada... Estoy seguro que trabajarás estas fiestas, no. —No respondí y traté de cambiar el tema, pero él me regañó. —Hinata.

— ¿Qué?

— ¿No pensarás trabajar en Navidad, o sí?

—Está bien. Quiero reunir el dinero para ir a Francia.

—Claro, las vacaciones que ibas a tomar con tu padre. —Llegué a la sala con la caja y él ya tenía medio árbol armado. —Este 25 serás mía. —Dijo luego de que dejé la caja en la mesa de la sala, tomó mi mano y tiró de mí para rodear la cintura con su brazo. Lo observé un poco desconcertada por sus palabras y acciones; todavía me costaba acostumbrarme a muchas de sus expresiones coquetas. —No vas a trabajar ese día, Hinata. Vendrás conmigo a una fiesta que hará Suigetsu a unas cuadras y no hay no por respuesta.

Me aparté con rapidez sin ser grosera. —Pero, Sasuke-kun...

— ¡SASUKE, MUCHACHO, DONDE DEMONIOS ESTÁS! —Gritó la voz de su padre desde el primer piso; el dueño del edificio. Sasuke-kun rodó los ojos y después de dejar mi árbol armado por completo se despidió rápido con un beso al aire y yo continué arreglando mi pequeño hogar con ayuda de mi amado gatito.

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La mañana de Navidad salí del departamento sin que me viera Sasuke-kun porque estaba segura de que me obligaría a pasear por toda la prefectura, así como las aledañas, con tal de que tome un descanso. Suspiré. Ese día iba a ser muy largo, porque el muchacho rubio seguramente estaría ocupado con su familia, pasando Navidad, así que no lo podría ver hasta el día siguiente.

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