Templo I-Agua

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Un aroma suave a sándalo se coló por sus fosas nasales, invitando a sus sentidos a despertar y prestar atención a sus alrededores. Abrió lentamente los ojos y visualizó el alba por la pequeña ventana de la pagoda.

-¿Está despierto ya?-Pensó mientras ahogaba un bostezo y se debatía en unírsele o permanecer un poco más en las sábanas.

Bajó las escaleras con cautela, esperando atrapar a su compañero en alguna de sus facetas que se empeñaba en ocultarle, cómo tararear cuando pensaba que estaba solo, hablarle a las plantas o narrar las recetas al cocinar.

Y sus esfuerzos tuvieron frutos, sonrió complacido al escuchar aquella melodía familiar que Mu entonaba mientras encendía la chimenea.

-Buenos días.-Dijo alto y claro, causándole al otro un sobresalto.

-¡Shaka! no te escuché bajar.-replicó con las mejillas enrojecidas, obteniendo una sonrisa socarrona cómo respuesta.

-Pero yo si te escuché a ti ¿Cómo se llama la canción?

Mu palideció.- No lo sé. Estás avergonzándome...

El hindú se acercó a él y lo abrazó por la espalda, el olor a sándalo se le había impregnado en la ropa y los cabellos, era simplemente embriagante.-Quisiera decirte que lo siento pero no es verdad, es un gusto culposo escucharte, aunque ya deberías variar la tonada...

El lemuriano bajó levemente la cabeza y se sonrió con melancolía. Shaka no podía verlo directamente, pero percibió el cambio en su ánimo de inmediato. Buscó sus manos sin romper el abrazo y las sujetó entre las suyas, a lo que Mu tan solo relajó los hombros y descansó su cabeza en el primer espacio que encontró sobre el cuerpo de su amante, dudó un momento, pero finalmente susurró.-Siempre está en mi mente, suena en mis silencios, en mis sueños, en mis meditaciones...desde que tengo memoria.

-Ya veo.-Contestó el hindú con voz suave y serena, pero ahora el detalle lejos de encantarle le inquietaba, y podía darse cuenta que a Mu le pasaba igual.

Shaka le soltó y buscó sus ojos, hablándole tan solemne cómo si lo anterior jamás hubiese ocurrido-Por cierto Mu, debemos prepararnos para partir lo antes posible, alguien aguarda por nuestro regreso en el restaurante...

-Salim, Dioses que vergüenza...

-No solamente Salim. Aldebarán y Dohko estuvieron buscándote, al parecer te necesitan.

El lemuriano abrió la boca ligeramente por el asombro y le vió confundido.-¡¿El antiguo maestro y mí querido amigo Aldebarán están en Irán?! ¿Y me necesitan? ¿Para qué?

Shaka negó con la cabeza.-Lo mejor será que lo veas por ti mismo.-Una sonrisa sarcástica se dibujo en su rostro, mientras veía al ojiverde directamente a los ojos.-Parece que nuestro viaje se retrasará...

Mu le sonrió de vuelta.-O puede ser, querido Shaka, que un nuevo viaje apenas comience.

...O...

-Ya está volviendo en sí.

Murmuró Dohko, sentado en cuclillas al lado de Kumari Kandam, mientras sostenía a Shaka ante la mirada inquisitiva del resto.

Un canto suave, casi imperceptible para los oídos de otros que no fuesen él y el rubio, trajo a Shaka de vuelta. Abrió los ojos con pesadez, cayendo en cuenta que lo anterior fue solo un recuerdo rescatado por su mente.

Por su parte, a Dohko lo recorrió un aire helado por la espina dorsal al escucharlo.-Esta canción, es la canción de Mu.-Pensó, ya que al igual que Shaka, conocía la melodía por su voz.

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