A las cinco en punto estaba delante de la puerta de la habitación que me había mencionado Fabio en sus mensajes.
Me estaba arrepintiendo del instante en el que se me había ocurrido la magnífica idea de subir por las escaleras, en lugar de tomar el ascensor. Grave error.
Repito: Grave error.
Nunca más.
Lección aprendida.
Me tomé unos segundos para recuperar el aliento que había perdido por culpa de las malditas escaleras. Y cuando me recompuse, llamé a la puerta.
Pero nadie contestó. Así que volví a llamar un par de veces.
Empezaba a pensar que se había olvidado de mí. Al menos es lo que parecía. Me había hecho perder el tiempo viniendo hasta la residencia como para que se haya olvidado de mí.
Decidí intentarlo una vez más.
Esta vez la puerta se abrió. Pero casi pierdo el aliento al ver quién era. Me quedé inmóvil. No sabía como reaccionar, estaba confusa. Di un pequeño paso hacia atrás para comprobar el número de la habitación.
—Pe... Perdón —dije aún confusa—. Creo que me he equivocado de habitación. Perdón. Pensaba que... Da igual. Perdón.
Di un par de pasos hacia atrás observando bien el número de la puerta y para asegurarme revisé el mensaje. Estaba segura de que no me había equivocado. Pero entonces, ¿por qué estaba él?
—¿Estás buscando a Fabio? —me pregunto Alessandro con su característica voz molesta.
—Hum... Sí. ¿Sabes en qué habitación está? Pensaba que estaba en esta, pero...
Se apartó de la puerta y lo miré confusa. No estaba entendiendo nada.
—Entra. Ahora le digo que ya has llegado.
—Gracias —susurré tímidamente mientras entraba en la habitación y observé todo. Parecía un piso normal, solo que bastante más pequeño.
Alessandro se metió en una de las habitaciones y me dejó ahí sola. En un apartamento que no me conocía de nada.
Estoy segura de que ahora estaban discutiendo las mil formas en las que me podían matar y deshacerse de mi cuerpo sin que nadie se pudiera enterar.
¿Dónde me acababa de meter? Directamente al matadero.
No había caído en cuenta que Alessandro era el compañero de habitación de Fabio cuando este me abrió la puerta.
Por lo poco que me había podido fijar, los chicos realmente eran lo contrario, eran polos opuestos. Uno era simpático y el otro parecía que el día que repartían la dosis de amabilidad, se quedó dormido. Los dos tenían el cabello castaño, a pesar de que Alessandro lo tenía bastante más corto que Fabio.
En el eterno rato que pase completamente sola, pude escuchar algún que otro grito detrás de la puerta en la que Alessandro se había metido. Creo que era el momento perfecto de irme. Pero en ese instante se abrió la puerta y apareció Fabio seguido de Alessandro, quien parecía bastante más enfadado que antes.
Este tomo la tarjeta de acceso a la habitación y salió por la puerta como niño pequeño después de tener una rabieta.
—Perdón si te ha causado algún inconveniente. Él no suele ser así. —Se disculpó.
—No deberías disculparte por algo que no has hecho tú.
—Lo sé. Pero lo conozco desde hace años, y no suele comportarse así. Así que nuevamente, te pido disculpas. Le había avisado de que ibas a venir. Pero no sabía que eras esa Valentina.
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Entre París y Berlín
RomanceTras tener que dejar España para estudiar en la universidad, Valentina llega con toda la ilusión a Milan, el sitio que siempre ha soñado desde pequeña. Pero todo cambia cuando a través de Tinder conoce a Alessandro, un chico borde que consigue saca...