18 | Valentina

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El viernes decidimos que iba a ser un muy buen día para ir a comer a un bufet de sushi. No tenía idea de lo que era hasta que Fabio me lo contó. Básicamente, para aquellos como yo que no lo sepan, es un restaurante donde pagas una cantidad fija de dinero y comes todo lo que quieras, en ese caso sushi. Me pareció una genial idea, así que no dudé ni un segundo en aceptarla. Me encantaba demasiado el sushi para decir que no.

Disfrutamos bastante de la comida, estaba todo muy rico, incluso llegó a superar mis expectativas. Comimos hasta hartarnos para decir la verdad.

Antes de irnos quise pasar un momento por el baño.

—¡Te acompaño! —dijo Bianca.

—¿Pero qué obsesión tenéis las tías para ir al baño todas juntas? —mencionó Fabio quejándose.

—¿Acaso has visto Harry Potter? Hermione fue sola al baño y la atacó un troll.

—Uh, y no te olvides la que se fue al baño sola y la mataron —agregué.

—Vale vale, lo entendí —comentó riendo—. Pero daros prisa.

Asentimos sin acabar de escuchar lo que decía y nos fuimos casi corriendo al baño. Las señales del baño nos confundieron un poco, no eran como de normal "signore" y "signora", sino que eran unos dibujos muy raros que se parecían mucho.

Por suerte un camarero nos indicó cuál era el nuestro. Entramos y nos encontramos con una puerta que no se abría, por lo que decidimos esperar en ese espacio diminuto a que la chica que había adentro saliera.

—¿En serio no habías ido nunca a un restaurante como este? ¿Acaso no hay en España?

—Seguramente sí que hay, pero no, no he ido nunca a uno. Digamos que a Carolina no le gusta mucho el sushi, por lo que solo iba con mis padres.

—Entiendo, pero tienes suerte. A nosotros nos encanta y vamos siempre que podemos —dijo a la vez que se miraba al espejo y aprovechaba para arreglar su cabello—. Está tardando mucho la chica, ¿no crees?

Miré la hora en el móvil y asentí.

—Pues ahora que lo dices es verdad.

—¡Y mira los tíos que rápidos van! ¡Es injusto que ellos tengan más baños que nosotras! Se supone que nosotras tardamos más.

—Bueno, tranquila, seguro que saldrá en seguida —traté de calmar a mi amiga, aunque para decir la verdad, no lo conseguí mucho.

Bianca, nerviosa, finalmente abrió la puerta a la fuerza y se quedó quieta mirando al interior.

—¿Qué pasa? ¿Has visto un fantasma?

—No, no. Pero... —señaló al interior—. Que resulta que si hay más baños...

—¡¿Cómo?! —exclamé y la aparté para mirar. Resulta que dentro de aquella puerta había tres otras puertas abiertas, cada una con un baño. Se nos cayó la cara de vergüenza—. Ósea que hemos estado esperando cinco minutos o más para nada.

—Eso me temo...

—Bueno, deja de hablar y entra —dije mientras la empujé hacia adentro.

Casi cinco minutos después del pequeño suceso volvimos con los chicos. Quienes ya habían pagado y estaban esperando en la puerta del restaurante.

—Anda, si ya estáis aquí. ¿Qué ha pasado? ¿Os habéis encontrado a un troll como Hermione?

—Ja ja. Muy gracioso Fabio —dijo sarcásticamente mi amiga.

Entre París y BerlínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora