Encierro

Introducción

Un día de primavera un niño de aproximadamente diez años paseaba hacia la casa de su madre para hacer una visita rápida. Aunque la razón principal era esa, la verdad era que visitar a su familia materna era también un día de libertad para el, donde se podía tomar el tiempo de pasear con tranquilidad por las calles bien cuidadas en medio del silencio y el sol en todo su explandor. Más que todo se emocionaba en ver los bonitos jardines que tenían las mayorías de las casas. Al ser un lugar de clase alta y lleno de jubilados, los paisajes eran hermosos, llenos de vegetaciónla, armonía y tranquilidad se podía sentir fácilmente en el ambiente.

Hace casi un año que su madre se había mudado desde el centro de la ciudad hasta esta pequeña vecindad, luego de que haya empeorado su enfermedad. Mientras el que había vivido toda su vida a su lado, lo mandaron de nuevo con su padre.

Hace dos meses que no veía a su madre desde la última visita. Al principio estaba realmente enojado con su padre, creyendo que era por órdenes de él, pero su tutora le había dicho que al parecer había sido petición de su madre, tomando como excusa que no era un buen momento.

"Pronto ella mejorará y podrás verla diario" es lo que siempre escuchaba de los labios de su tutora pero aunque siempre actuaba de acuerdo con esta afirmación no es como que la creyera. Era una frase que había escuchado desde que nació su hermano menor, recuerda observarlo desde la incubadora luchando por su vida apenas y aún así peleando con los cables que rodeaban su cuerpo mucho más grandes que el. Recuerda graciosamente que pensó de alguna forma que se parecía más a su experimento de ciencias donde la maestra les hizo meter una papa en agua que en un bebé.

Luego del nacimiento de ese bebé su madre enfermo a las pocas semanas, el parto la había debilitado bastante. Así que su cuerpo ya no le permitió cuidar de sus hijos como debía. Al principio, los tres vivían con su padre, enfermeras contratadas llegaban a ayudar a su madre a atender a su hermano pero poco a poco la condición de ella caía y la condición de su hermano requería más energía y esfuerzo de lo que ella podía dar. Su padre decidió entonces criar al niño por su cuenta y mandar a su madre de vuelta con su familia de ella para que descanse. Al principio se le había dicho que sólo serían unos meses pero esos meses se volvió un año y el niño desesperado de cinco años que gritaba por ver a su madre no era muy fácil de persuadir o evitar así que lo llevaron a vivir con ella de vuelta. El era ya un niño que se podía ocupar de sus propias cosas, así que no era un esfuerzo mayor para ella y de esa forma lo dejaron crecer a su lado. Hasta que su condición empeoró aún más .

Ahora vivía de vuelta en la misma casa la cual recordaba cuando era más joven donde vivían antes su padre, su madre y el. Ahora muchas cosas habían cambiado: su medio hermano, que era mayor que él y del cual sólo había escuchado hablar volvió del extranjero y su hermano menor era criado celosamente por su propia tutora así que no lo veía demasiado. De esta forma se sentía en una casa llena de extraños, con su padre más frío y parco que nunca y unos niños con los cuales no estaba relacionado. Con una tutora nueva que sólo atendía a su hermano menor y con trabajadores extraños deambulando por la casa.

Así que para el visitar a su madre, era un respiro de su vida diaria que sentía muy incomoda.

Así que ahí estaba, con diez años tirando de su maleta de la escuela, comenzando a querer arrastrar los pies del cansancio. Aunque el trayecto era bonito de ver, era muy largo y cansado y como estaba yendo en secreto no había forma de que lo llevarán en unos de los autos de su padre.

Estando aturdido por el calor y sus propios pensamientos, no se había percatado de los pequeños pasos atrás suyo hasta que muy tarde escuchó como a toda velocidad se acercaban esos pasos, esta vez rápidos dirigiéndose hacia el. Segundos después pudo sentir un peso desde su espalda y unos brazos al rededor de su cuello.