capítulo 8: el repollo tiene sueño

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—Miyagi...— Shinobu jalaba de las ropas ajenas, agitado mientras besaba a su amante, sintiendo el aire recorrer a través de su polera rasgada por su amigo.

Estaba aún algo ebrio, no podía mantenerse de pie y a él le encantaría decir que era por los efectos del alcohol, pero la realidad es que sus piernas no cedían ante el ataque de Miyagi.

—te llevaré a casa...—la voz ronca sonaba contra los labios del más joven mientras iban de beso en beso, acomodandole las ropas mientras observaba algo molesto su polera rota, recordando la escena que le provocó tanta ira —en mi casa... te prestaré una de mis camisas— vamos, esto ya era obvio para los tres, Miyagi, Shinobu y yo, Hige, Miyagi no planeaba llevar a Shinobu a la casa de sus padres, si no a su departamento, al pequeño lugar donde por más frustrante que fuese la convivencia podía dirigirse a Shinobu como tanto le gustaba.

—¿Risako...?— preguntó Shinobu un poco mareado aún, sin poder soltar palabras en japonés sin equivocarse y apoyandose en el hombro de Miyagi para no caer, sería sospechoso que lo cargase.

—le diré que me fui con otros maestros o alguna mujer a un hotel, no te preocupes por ella.— Y dió un beso en la mejilla de su amante, tratando de expresarle su total cariño al caprichoso niño.

Salieron juntos de los baños, Miyagi diciendo de excusa que Shinonu estaba ebrio y había entrado a aquél baño tras ver a montones de mujeres entrar.

—¡Shinobu! Mierda... ayudame— le pedía uno de sus compañeros de universidad mientras intentaba cargar al extranjero que estaba tirado en el suelo, con la mejilla roja y murmurando palabras en inglés inentendibles —un hijo de puta golpeó a Ian...— Dijo con fastidio aquél amigo dirigiendose a Shinobu para luego caer en cuenta de que este estaba acompañado del maestro de literatura.

—a-ah... ¡profesor Miyagi!— soltó y dejó caer al suelo a su amigo australiano nuevamente, tomó la mano del hombre mayor y lo saludó —buenas noches, no esperaba verlo por acá— algo temeroso al igual que el resto de muchachos del grupo.

Miyagi también lo saludó con el debido respeto, tanto a él como a sus otros compañeros explicando que había tenido una acompañante que terminó por dejarlo plantado, no quería involucrar al resto de catedraticos y hacer el asunto más grande.

—me llevaré a takatsuki a su casa, está demasiado ebrio.— se rió rascandose un poco la nuca notando como Shinobu solo fruncia el ceño sin despegar la mirada de su amigo tenido en el suelo.
—¿po-podría llevar también a ian porfavor...?, no sabemos donde vive y Shinobu se había ofrecido a llevarlo a su casa— era obvio que Shinonu y aquél chico eran amigos, no le sorprendía, después de todo no era la primera vez que vió a ese chico, solo que en la primera ocasión aquél joven lo trató como un indigente por culpa de Shinobu.
—claro, no hay ningún problema...— habló serio intentando cintener su fastidio.— recuestenlo en la parte de atrás de mi auto, ayudaré a takatsuki a subir en el copiloto.

Los chicos asintieron con la cabeza para así cargar desde cada extremidad a su amigo ebrio y casi que bromeando con meterlo en la maletera del profesor.

Aunque Miyagi quería ocultarlo lamentanlemente para sus alumnos no era un misterio, estaba más serio de lo que era normalmente en clases, quizás habría tenido una mala noche.

Miyagi subió al auto, sus brazos apoyandose en el volante mirando al rostro bien parecido de su novio disociando con aquél enorme cartel iluminado de panda bigotudo que decoraba la entrada del bar—¿sabes donde vive?— su voz parecía ser más tranquila ahora que hablaba con Shinobu.

Arrancó el coche con su primera parada ya en mente, su departamento, donde dejaría a Shinobu descansando en lo que él dejaba al australiano en el sitio en el que se alojaba.

A La Vista De Un PandaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora