capítulo 9: no hay tiempo para jugar

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Shinobu suspiraba en el salón de clases, miraba por la ventana, con un pequeño llavero de panda bigotudo colgando de la funda de su celular, si, ese era mi escondite del día.

Estaba aburrido, sus amigos hablaban de tonterías como hacían todos los días y la relación con su amigo australiano estaba algo tensa, más aún luego de ayer y aquélla noche en el bar.

Shinobu tuvo la suerte de usar sus clases como excusa, pero Ian, su amigo, probablemente no tardaría en buscarlo luego de alojarse en algún hotel.

Sonó el timbre, el final de su primer bloque de clases había llegado, se levantó de la mesa, con el mirar serio de siempre.

—mmm... Takashi...— escuchó una voz tímida susurrar, volteó a  ver a su lado, agachó la mirada y se encontró con una linda chica de cabellos cortos y negros, nerviosa y con la cara ardiendo frente a él.

—ah... hola, ¿necesitas algo?— intentando sonar amable mientras uno de sus amigos de su costado le metía un codaso en la espalda como señal de suerte.

Ya se daba una idea de lo que la chica le diría, no era la primera vez que le ocurría.

—yo... eh... ¿tienes novia...?— preguntó tímidamente.
—pues...— Shinobu se quedó pensando, muchas pretendientes sin duda tenía. —no, no tengo novia— novio sería la palabra adecuada.
—¡ah!— la chica pareció contenta ante esa respuesta, casi que golpeó la mesa de Shinobu dejando en esta un papel de color rosado pegado. —e-entonces... si estás interesado escríbeme, me encantaría conocerte— poniendo ahora una linda sonrisa antes de salir corriendo.

Esto ya era casi una rutina para Shinobu, era bien parecido, adinerado, con influencias e inteligente, era su primer año de universidad, casi nadie lo conocía y cada chica que descubría su existencia parecía repetir el mismo patrón.

Tomó la hoja, un número telefonico con algunos corazones y... ¿le había puesto de su perfume?.

Shinobu suspiró, era una simple atracción, no le rompería el corazón  a nadie, arrugó la hoja y la tiró a la basura en cuanto salió del salón.

Sus amigos preguntaron por ello, lo felicitaron y dijeron de cosas haciendo un gran ruido cerca de varios salones.

No compartían horario, varios tenían clases dístintas ahora o tenían que terminar algún proyecto para sus propias clases.

Shinobu se despidió de todos, se quedó con un amigo suyo, más especificamente el amigo que lo ayudó a cargar a Ian el día de ayer.

—¿como está él?, no me imagino la resaca que tiene— suspiró recostandose en una banca de afuera.
Shinobu lo siguió y se sentó también, suspirando y relajandose por un momento.—no he hablado con él desde ayer, el profesor Miyagi lo dejó dormir en su casa y no he tenido tiempo de escribirle.
—¿el profesor Miyagi no los llevó a tu casa?— preguntó el chico sorprendido, no había notado tal confianza.
—si, suelo ir a menudo— contestó Shinobu sin pelos en la lengua.
—tu... ¿no tienes demasiada confianza con el profesor Miyagi?— preguntó el amigo burlón insinuandole a Shinobu algo más.
—¿que crees que estás diciendo?— preguntó Shinobu aparentando ofensa, era consciente de que por más que quisiera decirle a todo el mundo que salía con Miyagi hacerlo lo haría quedar como lo peor. —el profesor es mi excuñado— aclaró a su amigo quien parecía entender un poco mejor —mi padre y él aún se mantienen cercanos, suele hacer cosas como esta seguido—.
Su amigo rió ante la expresión seria de Shinobu, supo que su broma no fue tomada de la mejor forma y formuló otra —oye... eso significa que tu hermana está soltera ¿verdad cuñado?— burlón antes de recibir una pequeña risa amargada en respuesta y un golpe en el hombro por parte de Shinobu.

A La Vista De Un PandaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora