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Capítulo 37: Perseguir estrellas

Jiang Lin se dio cuenta de su arrebato y se apresuró a soltarle la mano, "Lo siento..."

"Quizá me emocioné un poco cuando abracé a mi ídolo por primera vez..." Jiang Lin levantó la mano y se limpió la comisura de los ojos, bajando la cabeza como un niño que hubiera hecho algo malo y no supiera qué hacer.

"Está bien". Qin Zhou sonrió suavemente y se dio la vuelta para salir primero.

Jiang Lin se acercó a la puerta y vio que Qin Zhou se había acercado al cobertizo para filmar la escena.

Jiang Lin miró la figura de Qin Zhou y, de repente, sintió que su corazón estaba anclado en el suelo.

Fue muy agradable.

Había personas en este mundo que se parecían a su cuñada y les iba bien.

Jiang Lin se quedó en el lugar durante mucho tiempo, hasta que terminó la escena de Qin Zhou, y luego se fue.

Por la noche, Jiang Lin se alojó en un hotel junto a la ciudad del cine.

Tal vez porque había visto a Qin Zhou, que era exactamente igual a su cuñada, durante el día, volvió a soñar con él por la noche.

Su cuñada seguía atrapada en el coche, cubierta de sangre, y le tendió la mano para pedirle ayuda.

Jiang Lin se precipitó y corrió desesperadamente en dirección al coche.

Pero en el sueño el camino era extraordinariamente largo, como si nunca pudiera correr hasta el coche, quedándose siempre un poco corto.

Había soñado este sueño innumerables veces, pero cada vez se perdía la llamada de auxilio y se limitaba a ver cómo las personas del coche morían calcinadas por el fuego.

Una y otra vez repitió este sueño, y una y otra vez soñó que su cuñada moría delante de él.

Pero Jiang Lin siguió corriendo, intentando cambiar el final de su sueño.

Con el coche aún ardiendo, Jiang Lin se precipitó hacia el fuego y miró la mano que asomaba por la ventanilla del coche y se apresuró a acercarse.

Y esta vez, Jiang Lin finalmente tomó esa mano y se apresuró a salvar a su cuñada del coche y luego la abrazó fuertemente.

Fue en este momento cuando Jiang Lin se despertó de repente.

Estaba todo oscuro, y Jiang Lin seguía un poco inquieto por su sueño, inmerso en las emociones del mismo.

Jiang Lin levantó la mano y la tocó, sólo para descubrir que tenía lágrimas por toda la cara en algún momento.

Jiang Lin se secó las lágrimas, pero cuanto más se limpiaba, más lágrimas había, y no podía detenerlas.

Pero Jiang Lin no se sentía triste en absoluto, y su rostro seguía sonriendo.

Estaba muy contento porque finalmente había salvado a su cuñada en su sueño.

Su cuñada le había perdonado.

Tras regresar de la ciudad del cine, Jiang Lin fue a ver de nuevo al doctor Yuan.

El Dr. Yuan preguntó: "¿De buen humor?"

"Sí". Jiang Lin asintió, sin poder ocultar la sonrisa en su rostro.

"¿Te has encontrado con algo feliz?"

Jiang Lin: "¡Ya no tengo pesadillas!"

El Dr. Yuan recordó las pesadillas de Jiang Lin y asintió con una sonrisa: "Eso es bueno".