Capítulo 4

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Ir a una casa de acogida no era tan fácil como la abuela y papá creían, nadie quería a una niña grande. De cierta forma, estaban hiriéndome saber que ponía en peligro a la abuela lo suficiente como para no poder quedarme con ella, que ninguna familia me quisiera y luego está la muerte de papá, sentía que también era mi culpa. ¿Por qué nadie me decía nada? Cada vez estaba más confundida y el miedo estaba logrando paralizarme.

Finalmente conseguimos una familia que me quiso, dos amables ancianos que asistían a cada domingo a la iglesia y que ayudaban a las personas de bajos recursos. Ashton y Helen Fisher, ambos de 63 años aunque Ashton era mayor por 5 meses; sus pieles blancas contrastaban bastante bien con sus ojos verdes, aunque aquí todos son blancos y de ojos azules o verdes, las pocas personas morenas o de color en su gran mayoría eran turistas. 

Helen había sido enfermera y Ashton profesor, ambos se conocieron en el hospital cuando Ashton cayó de unas escaleras por intentar colgar un letrero y terminó con una fractura en la pierna que Helen atendió muy amablemente, ganándose así el corazón de Ashton quién desde ese día, fue a llevarle una rosa roja sin falta hasta que 3 meses después se casaron. Me gustaba oír las historias de ambos, me hacían sentir como en casa y Helen hacía una tarta de maíz con queso que podría comer toda mi vida. Pero sabía que no era mi hogar y que no debía encariñarme con ellos ya que solo estaba de paso... y nuevamente me sentía sola.

El primer mes con ellos fue maravilloso y pude acostumbrarme rápidamente a ellos, hasta que llegaron los sueños. Solía despertar cada noche gritando aterrada por miles de cosas que veía, sentía y hacía... mis uñas rotas y mis manos con sangre, muchas veces estaba sudando y llena de tierra. Helen creía que se trataba de sonambulismo hasta que las marcas en mi piel y lo vividos que eran mis sueños, la asustaron.

-Tenemos que ir con un Psicólogo -Me dijo- Creo que debido al trauma que viviste tu mente puede estar creando lagunas en ti sobre tu actividad nocturna...

Asentí sin rechistar. Estaba asustada y sentía que me observaban todo el tiempo, estaba insegura incluso de los árboles, animales o cuanta cosa estuviera cerca de mi. 

Estaba diagnosticada después de una semana, Amnesia disociativa y trastorno de identidad disociativo. Creían que podía tener una o más personalidades...

-Lo que ella tiene es un desorden psiquiátrico caracterizados por pensamientos y experiencias desconectados de la realidad -Dijo el Psiquiatra a Helen- La medicación y la terapia debería servir. 

Helen me observó esperando que aprobara el diagnostico, la medicación o lo que sea que quería decirme con su mirada. Si esas medicinas y esa terapia me iba a ayudar para ya no tener esas pesadillas, entonces iba a aceptar. Asentí y Helen rellenó algunas hojas con el doctor mientras yo esperaba en la silla cerca de la puerta, una vez más las lecciones de papá vinieron a mi.

-Habrán algunas veces que necesitaras ayuda Nes... y debes aceptarla si eso te ayuda a mejorar como persona o a salvar a alguien. 



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Mis 16, dulces 16... pura mierda. ¿A quién demonios se le ocurrió llenarle de mentiras la cabeza a las chicas de nuestra edad? ¿Qué había de hermoso en no tener una familia? ¿O tener que mentir constantemente para que no te encierren en el loquero? Por favor, lo único que había de bonito es que por fin iría de vuelta a casa de Helen y Ashton después de dos años sin verlos.

La estación de buses estaba solitaria, parecía que no existiera más que yo en esa ciudad; tal como imaginé, el bus iba completamente solo y las calles también estaban vacías. Podía sentir que me comenzaba a faltar la respiración, no podía estar pasándome de nuevo...
Busqué desesperadamente el botecito de pastillas pero no lograba encontrarlo.

-Demonios! -Mascullé- ¿Dónde estás pastillero de porquería?

Antes de que pudiera encontrarlo, mi ojo izquierdo captó un movimiento y todo se detuvo.

-Te encontré

Levanté la vista hacía la figura increíblemente alta frente a mi, pero no había rostro... una oscuridad aterradora era lo que se veía en su capucha azul marino.

No sé cuánto tiempo pasó, o cómo terminé en el suelo. Lo único que sabía es que mi cuerpo extrañamente había comenzado a doblarse como si quisiera cambiar a una posición animal, podía ver cada una de mis venas hincharse y el correr de la sangre a través de estas. Solo que la sangre era negra.

Bajé corriendo del bus y corrí sin detenerme, el miedo irracional amenazaba con volver a invadirme. Las lágrimas mojaban mis mejillas y antes de darme cuenta, estaba frente a la puerta de la abuela.

-Necesitamos hablar -Mi tono se voz sonó amenazante y aunque me sorprendí, no me importó- Me vas a decir ahora mismo toda la verdad sobre lo que me pasa.

La abuela abrió a la par la puerta dejándome entrar y cerrando de un portazo haciéndome respingar.

-Esto viene de miles y millones de años atrás...

-No me vengas con cuentos de fantasía porque ya no me los creo -Acusé- Quiero la verdad.

-Estas presentando el cambio -Se burló- ¿De verdad no crees en la fantasía niña? Tu padre solía leerte bastante de eso según recuerdo.

-Es solo ficción -Aclaré- Y ¿Cómo que el cambio? ¿Qué cambio?

-Es por lo que estás aquí ¿No es así?

-Estoy aquí porque odio la maldita medicación y odio estar de casa en casa.

-Te mientes a ti misma

-No puedo mentirme de algo que no sé.

-Claro que lo sabes! -Dijo de forma cortante- El collar en tu cuello -Señaló- Sigue intacto ¿Por qué?

-Dijiste que tenía respuestas -Lo tomé entre mis manos- Pero que aún no estaba lista. No sé que puede hacer este collar para resolver todas mis dudas, solo es un collar.

-Es más que eso -Replicó molesta- Tus padres dieron la vid...

Ella me dio la espalda y se alejó.

-Mis padres? -Pregunté ya exasperada- Mi padre murió en el incendio! -Seguía sin responderme- ABUELA!!! -Grité- Necesito la verdad!

-El collar tiene todas las respuestas -Abrió la puerta y señaló la calle, me estaba echando por segunda vez- Cometelo.

Definitivamente mi abuela estaba loca, salí de allí y me encamine al único lugar que me daba paz.

A la luz de las tinieblas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora