Capítulo 5

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La llegada al único lugar que consideraba mi hogar me hacía poder respirar de nuevo, me sentía a salvo y al menos ya no tendría que marcharme. Miré el calendario al lado del televisor en la sala, el número 20 tenía un pastel dibujado con marcadores, sonreí y sentí las lágrimas llenar mis ojos. Odiaba mi cumpleaños y el como me hacía sentir, no tenía a nadie que se alegrara mínimamente por mi. Sin embargo, allí estaba, en el calendario de Helen.

-Solo faltan 17 días -Respingué al escucharla hablar- 17 de Diciembre... una buena fecha para cumplir años.

-Claro...

Helen me conocía, era como mi madre y aunque siempre me pedía que me quedara, al final aceptaba que tenía que irme por 6 meses con la condición de volver. Con la muerte de mi padre, Helen y Ashton se habían vuelto lo más cercano que tenía a una familia y es por eso que ya no pensaba irme más. A la mierda todo.

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17 días de sangre. 17 dias de dolor. 17 dias de suplicas. 17 dias acostubrandome a que todos y cada uno de mis huesos se rompieran y se repararan. 17 dias viendo mi cuerpo cambiar.
¿Qué demonios era?

Sólo faltaban 24 horas para mi cumpleaños y de verdad no me apetecía nada pasar la noche revolcandome de dolor. Revisé toda la casa en busca de las pastillas para dormir

-Dónde están...

Di con ellas y sin saber cómo tomar o cuántas tomar, hice lo que en las películas. 1 es poco, 2 te desmayan y 3 te matan... tomé 2 y las llevé a mi habitación mientras terminaba de arreglar la ropa que aún no colgaba en el armario.

Mi cuerpo vibraba emocionado al pensar en ese lugar al que iba en sueños, ese bosque perfecto de aguas cristalinas... amaba cazar, era mi deporte favorito y en ese lugar me encontraba con cada reto que me hacía sentir extasiada. Si tan solo no doliera estar allí.

-El lugar no es el que duele -Susurró esa voz que ya era parte de mi- Somos nosotras. Metamorfosis le llaman.

-Esquizofrenia diria yo.

-No estás loca Nes, si somos dos

Ignoré la voz como muchas otras veces, pero en varias ocasiones me encontré pensando en que quizás ella era la que provocaba todo este caos en mi vida y que producía el dolor. Había aprendido a vivir con ella pero aún no aceptaba que alguien más estaba allí.

La noche cayó y con ella, yo. Me tomé ambas pastillas de un trago y me acosté, pidiendo con fuerza que no fuera una mala noche.
Aunque al parecer no era lo que tenía planeado mi cerebro.

-...Caí de forma torpe al suelo y nuevamente sentí cómo mis huesos volvían a su estado normal, el dolor de cabeza era tan familiar que comencé a acostumbrarme a él, todo se oscurecía a mi alrededor, el cambio estaba ocurriendo más rápido de lo normal y quedé ciega por algunos minutos. Gatear y sentir la tierra bajo mis manos también era muy común para mí, había aprendido a moverme así aunque no pudiera ver nada y sólo tuviera mi oído y olfato para sobrevivir. La vista comenzó a volver lentamente, sólo que esta vez no me encontré con un verde césped o con alguna montaña colorida. Sentí el corazón en la garganta cuándo un par de ojos grises muy brillantes aparecieron frente a mí, luciendo familiares. Sus manos tan blancas se posaron sobre mis hombros empujandome con fuerza, activando todas mis alarmas...-

Despierta

Su voz era tan familiar que me descolocó y sin darme cuenta estaba cayendo una vez más fuera de ese lugar

Desperté en mi habitación con las manos llenas de sangre y tierra bajo las uñas, pero lo único que me importaba ahora era saber quién era él y qué quería. Corrí rápidamente al baño, necesitaba una ducha urgente.

Luz y oscuridad...

Me sabia de memoria prácticamente todo el bosque, pero este era un nuevo lugar y no solo eso. Nunca había estado ninguna persona por allí y ahora él...
Me vestí a las prisas y con un pequeño vistazo al cielo sabia que ya iba amanecer.

-Malditas pastillas -Murmuré

-No fueron las pastillas

Y allí estaba esa maldita voz de nuevo.

-Tienes que callarte -Espeté furiosa- No haces más que confundirme.

-Debemos salir de aquí e ir allá

-No podemos ir allá -Respiré profundo- Ese allá no existe.

-Debemos tomar el tren

-Esto no es Narnia ok? -Ajusté mis botas y tomé mi chaqueta negra- No vamos a teletransportarnos a ese lugar porque si.

-Explica la sangre y la tierra

-Soy sonámbula

-No lo somos, despertariamos en el bosque pero estamos en tu habitación.

-Ya cállate.

-El bosque es parecido al tronco caído.

Recuerdos me invaden y las lágrimas vienen con ellos. Meto las cosas de forma enojada en la mochila de camping.

-Nes, toma el tren y volvamos a casa.

-¡NO TENEMOS CASA! -Grité- ¿No entiendes? Todo se quemó. Lo sabrías si hubieras estado allí pero simplemente eres un invento de mi cabeza para volverme loca.

Por primera vez, no hubo respuesta. Colgué la mochila en mis hombros y bajé las escaleras con cuidado y sin hacer ruido. Garabateé unas cuantas torpes palabras de despedida y prometiendo que volvería antes de que se dieran cuenta que no estaba y salí rumbo al tren.
Sin darme cuenta, me encontraba esperando la estación 5 que me dejaba a las afueras de la ciudad de Ulm. Mis pies me llevaban sin rumbo fijo, pero sabiendo realmente a dónde íbamos y creí que esto tenía que ver más con ella que conmigo, pero no dije nada y seguí avanzando.
Si esto no funcionaba, aceptaría que me encerraran en el loquero como altamente peligrosa.

Mientras más avanzaba, más familiar se me hacía el bosque. Estaba cerca de casa, solo unas horas más y estaría allí de nuevo.









Mi hogar. Aquel tronco gigante en el que vi por última vez a mi padre...
Su voz resonó en mi cabeza, algo que había olvidado por completo.

-Necesito que corras lo más lejos de aquí y nunca vuelvas. No vuelvas hasta que estés lista y hayas descubierto todo tu potencial. Ve a casa de la abuela y muéstrale el colgante, ella sabrá que hacer. Te amo, recuerda que siempre estaremos aquí.

Allí lo entendí todo, tenía que volver. Él estaba allí.
Eché a correr como nunca, viendo como nuestra casa seguía intacta y aquel incendio pareció nunca haber pasado.

A la luz de las tinieblas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora