Dios, necesitaba estas vacaciones.
El sol brilla sobre mi piel, se siente caliente y refrescante a la vez, mi cuerpo descansa sobre la silla de playa.
Y mi hermana decía que no podía tomar el sol en la cubierta de un barco.
Mi barco.
Al fin, tanto trabajo, tanto esfuerzo... para esto.
El cielo despejado, el aire se siente tan puro que mis pulmones podrían sanar todo lo que los dañe con tantos cigarrillos.
Hecho un vistazo al reloj que descansa a mis espaldas, la hora perfecta.
Por fin libre de preocupaciones, de problemas, estoy tan feliz que podría saltar al mar.
Me levanto, acercándome lentamente al borde, y ahí está, el cielo tornándose en azules, morados, amarillos, el sol desapareciendo lentamente hasta llegar al profundo y azul mar.
Un perfecto atardecer. Un momento perfecto.
El clima, las pequeñas olas, el extraño pez que chapotea a lo lejos... el extraño pez que chapotea cada vez más cerca en dirección a mí.
Entrecierro los ojos, buscando ganarle a la miopía.
Dios.
Que pez ni delfin, eso es una maldita persona, cielos, lo de lanzarme al mar no iba en serio.
No distingo bien hasta que esta a una distancia prudente, es un chico.
¿Que hace un chico en medio del mar obstruyendo mi momento perfecto? ¿Debería ayudarlo? ¿Dejar que se ahogue?
—¡Por favo-or!—Trata de balbucear mientras nada a toda velocidad.—¡Ayuda!
Demonios, maldita moral.
Me apresuro a buscar el salvavidas que le lanzo, tomo la escalera axuliar que engancho a la baranda, ni se molesta en tomar el salvavidas, nada directo a la escalera, estiro los brazos ayudándole a subir a bordo, cae al suelo de espaldas respirando agitadamente, empapando el suelo.
Rasco la parte posterior de mi cuello sin saber que hacer realmente.
Opto por buscar un par de toallas. Cuando vuelvo, lo ayudó a levantarse, tomo su brazo, lo paso por encima de mis hombros guiandolo al interior del barco. Lo termino por sentar en una silla mientras él todavía no puede hablar, su respiración es un asco, creo que agua es lo que menos quiere en este momento pero igual le busco un vaso y un sandwich. Al volver, se encuentra estirado con su cabeza hacia atrás, los ojos cerrados, su respiración ya parece haberse calmado, su pecho sube y baja lentamente.
Me quedó en la puerta con el vaso y el sandwich en cada mano, observándolo, se ve de mi edad, su cabello castaño esta casi seco, me permito detallarle el rostro, sus facciones... cielos, es hermoso.
¿Cómo vino este adonis a casi ahogarse en medio del mar e interrumpir mis tranquilas vacaciones? ¿Premio o castigo?
Abre sus ojos. Al encontrarse con los míos, suelta una pequeña sonrisa y decide hablar.
—Se que este momento es muy extraño, pero gracias por no dejarme morir allá afuera.—Su sonrisa se agranda y no se que pensar, si en su voz que se olle deliciosa o en si esta loco por reírse de casi morir ahogado en medio de la nada.
— Ni que lo digas, de hecho pensé que eras un pez—Gran comienzo, me regaño mentalmente.—quiero decir, cuando vi que eras humano, me sorprendí, pero no podía dejarte a la deriva, supuse que de todos modos intentarías subir a mi barco.
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Deliciosas fantasías-Louis Partridge y tu.
Teen FictionHistorias cortas sobre Louis Partridge y tu, contenido explícito y +18. Cada capítulo tiene una historia y contenido diferente, para gustos de todo tipo. Puedes aventurarte a leer sin más y descubrir de que trata cada uno, si quieres ir más directo...