Los deberes de matemáticas son bastante complicados, porqué a pesar de tirarme tres horas al día practicando, siempre me acuerdo de las mismas tres cosas, de todas formas, las mates son algo estúpidas, porque no conozco a nadie que use raíces cuadradas y potencias en su día a día.
Otra cosa que me da mucha rabia es el hecho de que cada vez que le digo a el señor Gustavo, nuestro insoportable profesor de matemáticas, que necesito ayuda me diga; "lee bien el enunciado" o "será que no alcanzas la inteligencia". Menos mal que todos se ofrecen a ayudarme ante estas ofensivas palabras. No es que me crea popular, es que soy popular, sobre todo entre las chicas… bueno tal vez no todas, hay una que no me presta atención, tal vez dos, de Beatrix lo pillo, es decir, es demasiado perfecta
para alguien como yo, pero en cuanto a Sabrina, es normalita y tampoco soy capaz de pensar en ella románticamente.
Había pasado una noche de chill, teniendo en cuenta los tres exámenes que tenía para el día siguiente. Me miré en el espejo y observé mis bonitos ojos marrones y mi guapez ( a veces me extraña que las chicas no quieren besarme cuando me ven). Me vestí con mi uniforme escolar, que he de decir que es una basura, un chaleco y una camisa, ni que viviéramos en la época victoriana, aunque de todas formas me queda genial.
El grito de mi madre me sacó de mis pensamientos narcisistas y ególatras.
- ¡Elías, cariño, vas a llegar tarde a clase, date prisa! - Su voz sonó desde el otro lado de la puerta.
Salí al comedor, cogí el almuerzo, me comí el desayuno a toda prisa y me fui. Entré en el ascensor, mientras revisaba si lo tenía todo.
Ya estaba caminando hacia la parada cuando vi a Sabrina salir de su casa y acercarse, ella era mi vecina, así que siempre íbamos juntos a la parada de bus.
-¡Hola taponcete! ¿Preparado para ir a clase? ¿O crees no poder subir a la silla?
-¡Callate Brina, tampoco eres mucho más alta que yo!
Sé que anteriormente había dicho que era normalita pero la mejor palabra para describirla es insoportable.
El bus llegó, y entramos, por fin podría sentarme al lado de algunos de mis panas y separarme de la pesada de Sabrina.
-¿Oye Brina, como haces para ser tan tonta?
Pero ella estaba muy ocupada mirando a Beatrix.
-¿Brina? ¡Brina!
-¿Qué?, ah lo siento, me voy a sentar.-dijo.
Sabrina estaba idiota y enamorada, creo que ambas cosas van de la mano. Pensé en mejor sentarme para hablar con mis compas sobre ese grupo de chicas de la izquierda, aunque tal vez fuese la derecha, la verdad es que no era importante. Mientras ellos hablaban yo observé a la gente del bus, nada fuera de lo normal; Sarah y sus amigas riéndose mientras me miran ( sospecho que le gusto) Sabrina sin parar de comentar los detalles a Bea (que por alguna extraña razón sigue haciéndole caso) El grupo de Alba, Kara, Derek e Issac hablando tranquilamente (la tranquilidad no abundaba en nuestra clase) y Seúl poniéndose crema solar cada pocos segundos para que el sol no afecte a su piel albina.
-¡Qué guapa estás hoy Sarah!- Grité desde la otra punta del bus. Sarah me mandó un beso.
Víctor me dio unas palmaditas en la espalda
-Hechisíma Elías, hechisíma
Me reí.
Veinte minutos después distinguí el instituto por la ventana, un edificio gris y triste, rematadamente feo parecido a una cárcel, que me daba pereza tan solo verlo. Y como diría Alba, la que se sienta delante mío, ojalá poder quemarlo algún día.
Entramos al instituto de forma bastante desordenada, y al entrar a clase ya teníamos la cara de sapo de La señora Sonia (o Sonio, la verdad es que parecía un hombre con peluca) mirándonos, de forma aterradora.
Dejamos atrás las tres primeras horas, ya que, siendo sinceros, a nadie le interesa una señora gorda y fea hablando sobre los sintagmas nominales.
Llegó la esperada hora del patio, me senté con mis amigos en una esquina, cerca de las fuentes, charlando y mirando al grupo de chicas, mientras David le dedicaba goles a Lucía. Observándo detenidamente te das cuenta de lo querida que era Beatrix por todos, se podría decir que ella era la chica perfecta, era amable, inteligente y divertida, no me extraña que Brina la quisiera tanto, hablando de Brina hoy no la detectaba entre la multitud que rodeaba a Bea, que raro, supuse que estaría con ella, como un perrito faldero, pero me había equivocado.
Estaba echando una partida al Clash Royale desde debajo de la mesa cuando que sonó el timbre que indicaba el final de la clase de historia (una clase a la que nadie prestaba atención, ya que la profesora te decía todas las respuestas del examen si se lo pedías)
Por fin, la última hora, ya solo me quedaba un examen y no sabía si era por qué el subnormal del señor Gustavo acababa de entrar o por qué Sarah llevaba más de cinco minutos mirándome, me bajó la tensión repente, la cabeza me daba vueltas, me palpé la frente, estaba ardiendo, sentí una sensación desagradable, el suelo se movía a mi alrededor, sentí que me faltaba el aire. Veía como todos mis compañeros me miraban extrañados, qué vergüenza, me dio miedo, me iban a tachar de debilucho para arriba y eso sería lo peor. Lo último que ví antes de desmayarme fue un destello de luz azul y oí el sonido de una puerta cerrándose.
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El Mundo Tras La Realidad
Teen FictionImagínate y que el mundo en el que has crecido y vivido se convierte en una mentira