-Sabrina!- Me dijo Beatrix mientras corría hacia mi, feliz y con aquella sonrisa perfecta
-Dime.
-¿Hacemos una fiesta de pijamas?-dijo mientras sonreía- como es viernes y la semana que viene no hay deberes.
-Tendría que preguntárselo a mis padres pero me parece que si.- Empezaba a notar como mi corazón se aceleraba.
-¿He oído fiesta de pijamas?- Sarah apareció fingiendo no haber estado escuchando toda la conversación. Entrecerré los ojos mientras ella y todo su grupito de amigas se autoinvitaban a la fiesta. Menudas idiotas, han fastidiado totalmente mi oportunidad de estar a solas con Beatrix.
En el bus intenté concentrarme en la música que pasaba a través de mis cascos y no en la conversación tan horrible que Sarah, Lucía (una de las chicas más guapas pero más estúpidas) y Beatrix hablaban sobre los preparativos. En teoría era en casa de Sarah e íbamos, Beatrix, Sarah, Lucía, Maila (una de las chicas que suele ir con ellas) y yo.
Intenté en múltiples ocasiones escaquearme pero las miradas de súplica de Beatrix pudieron conmigo.
A pesar de que tenemos que volver en bus de la escuela, casi todos vivimos bastante cerca, por suerte, la lluvia había cesado.
Bajé del autobús con Elías.
-Tienes un poco de mala cara ¿seguro que ya estás recuperado?
-¿Qué? Estoy genial, ¿qué dices?
- Ya, si tú lo crees...
Me dirigió una sonrisa, aunque casi al instante me di cuenta de que realmente no estaba demasiado contento. Pero preferí no darle tanta importancia, no tengo tiempo para cosas secundarias cuando he quedado con Beatrix y "esas".
Cuando llegué a casa me preparé la bolsa y les dije a mis padres sobre la fiesta. Sobre las seis y media salí de casa y me fui andando a la casa de Sarah. Llamé al telefonillo.
-¿Quién es?
-Sabrina
La puerta se abrió con un chasquido y subí por el ascensor. En la puerta me esperaban ya todas, con sus maravillosas sonrisas falsas, pero Beatrix también estaba allí, así que el problema estaba resuelto. Todas y Beatrix me dieron un abrazo, a pesar de que Sarah lo hizo por compromiso y no por gusto.
Sarah nos pidió que la siguiéramos por su dúplex (un detalle que dejó muy claro) hasta su habitación. Nada más entrar desee no haber ido nunca. Las cortinas de leopardo, de tonos rosas y negros eran una pesadilla y tenía una televisión enorme. Una alfombra de terciopelo y la cama a juego. Su cuarto estaba lleno de posters de actores y fotos de ella y sus amigas, en las que obviamente ella estaba mucho más favorecida.
- ¿Has avisado a tus padres de que veníamos? - preguntó Beatrix con una muestra de preocupación en su tono.
- Claro que si chicas, ellos se acaban de ir a un bar para que yo pudiera quedar con vosotras en el duplex.
Todas se rieron de algo a lo que no le encontré la gracia.
- Chicas y si vemos una peli romántica, con actores guapos… ya sabéis, y que sea triste.- propuso Lucia mientras fingía un falso sonrojo.
- Bua tías y si vemos titanic?- Preguntó Maila y todas estuvieron de acuerdo, incluida Beatrix. Aunque se notaba que ella habría preferido alguna película policíaca, como las que le gustan a ella.
Supe que aquella sería una noche muy larga.
Después de decidir la película nos fuimos a su enorme sofá para verla. Todo lo que ocurre en el Titanic es muy duro, para las personas que sobreviven y las que no, la película es una manera de contar la forma en la que estos sucesos afectaban a las personas que sufrieron aquel terrible accidente. Pero por desgracia, nadie se lo había tomado de esa forma, además los gritos de las chicas cada vez que salía Leonardo no hacían más que empeorar la película.
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El Mundo Tras La Realidad
Teen FictionImagínate y que el mundo en el que has crecido y vivido se convierte en una mentira