No me pidas que mienta,
porque no lo haré,
podría intentarlo
pero no quiero.
Yo bebo del río de la verdad,
a sabiendas de que me gusta ser libre,
me lanzo al abismo de la honestidad
y no necesito un paracaídas.
Soy transparente con los demás,
sobre todo, conmigo mismo,
para que cuando me vea al espejo,
no me sorprenda un extraño, sino un viejo conocido.