2: Todo un hombrecito

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-Muy bien... justo así, A-Ling. -Asiente Jiang Cheng, satisfecho con los progresos del niño. Parece ser que sus tutores de la Torre Koi no son unos absolutos inútiles después de todo. Teniendo en cuenta que los seleccionó él de entre los que superaron una criba previa realizada por Jin GuangYao, lo contrario resultaría humillante-. Equilíbrate un poco más. Los pies en el centro de la hoja, estás muy al borde. Aprovecha todo tu espacio, es más seguro.

-¿Por qué no puedo practicar con Suihua, jiujiu?

-Porque Suihua todavía es muy grande para ti, y muy difícil de manejar. Primero volarás con las espadas de práctica. Y luego, cuando sepas levantarte tres palmos del suelo sin mi ayuda, probaremos con una de verdad.

Jin Ling pone un puchero porque quiere su espada, no una de esas feas con el filo romo. Por desgracia su jiujiu es inmune a sus pataletas, no como los múltiples sirvientes y doncellas de la Torre Koi. Cuando empieza a temblarle el labio, Jiang WanYin se limita a enarcar una ceja, mirándolo como si le tentase a desafiarle, a ver si se atreve a montar una rabieta en el aire. Aunque el niño infla los mofletes, frustrado, no consigue nada más allá de una mirada que podría parecer gélida, pero no lo es.

(En realidad, Jiang Cheng mantiene su mejor cara de "no me afecta lo que estás diciendo", pero nada más lejos de la realidad. Por dentro se debate entre querer echarse a reír o abrazar a A-Ling hasta dejarle sin aire. Es un pensamiento bastante común en él, pese a lo que la mayoría pueda pensar, porque el niño es adorable. Después de todo, tiene los mismos rasgos redonditos y dulces de Jiang YanLi, ¡claro que es uno de los críos más bonitos del mundo! ¡El más bonito, sin duda! Pero no puede ceder. No debe, mejor dicho. Está en su papel de maestro y de tío severo, y volar en espada es peligroso. No piensa permitirse ni un desliz hasta que ese niño no se mueva por el aire como ya lo hace en el agua.)

-¡Pero ya soy mayor! ¡Y puedo volar!

-¿En qué mundo?

Jiujiu!

Jiang WanYin bufa, porque es una manera tan buena como otra cualquiera de aguantarse la risa. Vale, Jin Ling no se lo toma del todo bien, pero le sentaría mucho peor que empezase a carcajearse allí mismo, en mitad del jardín privado de la Torre Koi al que solo unos cuantos afortunados —la familia: A-Ling, Qin Su, Jin GuangYao, sus hermanos jurados y el mismo Jiang Cheng; nadie más osa poner un pie en el patio que resguarda el estanque de lotos que Jin ZiXuan construyó para su esposa— tienen acceso. O quizá estuviese demasiado en shock como para preocuparse por el orgullo, porque nunca ha oído a su tío reír a carcajada limpia. Muy pocos lo han hecho, y la mayoría están muertos. Nie HuaiSang en sus tiempos de estudiantes y el propio Jin GuangYao durante alguna noche afortunada son las únicas excepciones. En cualquier caso, este no será el día ni este estanque privado el lugar. Lo usan para entrenar porque el niño, como su jiujiu, es un perfeccionista vergonzoso que no quiere ni acercarse por los campos de entrenamiento hasta que los movimientos no le salgan perfectos. A Jin GuangYao no le hace demasiada gracia, pero una cierta empatía dolorosa hace que Jiang Cheng lo permita, más o menos. A veces es indulgente. No le perdona los entrenamientos en publico con los otros discípulos de su edad, por supuesto, pero trabaja con él en sesiones intensivas que, a pesar de las rabietas, al niño le encantan. Cualquier cosa que le permita pasar tiempo con su jiujiu siendo su absoluto centro de atención (aunque casi siempre lo es) lo hace.

Hay una parte, una herida abierta, tanto en Jiang WanYin como en Jin GuangYao que provoca que le entiendan demasiado bien. Les habría encantado tener esa oportunidad de pasar tiempo así con sus padres. Y sí, saben que ninguno de los dos es el padre de Jin Ling (no aspiran a ello, por mucho que el pequeño RuLan los adore como tal) pero por lo menos pretenden darle ese sentimiento por el que habrían llegado a suplicar de niños.

Custodia compartida [Mo Dao Zu Shi Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora