4: ¡No me hacéis caso!

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-¡Hacedme caso!

Jin Ling siempre es directo. Siempre. Extremadamente según a quién (Jiang Cheng) le preguntes. Esta ocasión no es ninguna excepción.

Sentados cada uno en un extremo del escritorio de Jin GuangYao, los dos tíos del niño fruncen el ceño (Jiang WanYin de forma automática, Jin GuangYao por la sorpresa, pero intenta reprimir el impulso porque siente que su amante le está pegando algunas malísimas costumbres)  y miran en dirección a la puerta que se ha abierto de par en par hace apenas un minuto. Jin Ling acaba de irrumpir en el despacho de su shushu como una tormenta en miniatura, y durante un brevísimo segundo Jin GuangYao tiene que contenerse para no poner los ojos en blanco y preguntarse "a quién habrá salido". Jiang Cheng le fulmina con la mirada antes de que tenga oportunidad, de todas formas, porque parece que sabe lo que está pensando. Su amante siempre sabe lo que está pensando cuando implica meterse con él, es un don mutuo que ambos poseen. Al cultivador jefe le haría gracia si no supiera que esa especie de sexto sentido suyo viene de años y años de estar alerta ante las cosas que puedan dañarle y buscar de forma automática la mejor manera de defenderse y contraatacar. Tener consciencia de eso hace que le resulte un poco menos divertido, pero ya no puede vengarse de los responsables como le gustaría, están muertos. Y mejor, porque nunca se habría llevado bien con sus suegros.

En cualquier caso, hay que admitir que Jin Ling ha llegado en el momento exacto para no pillarlos en una situación de lo más comprometida y difícil de explicar. (Porque, de nuevo, se ve que al crío le rechinan las relaciones fuera del matrimonio.) Ahora, ahora, están haciendo informes. Hace media hora no habían terminado de vestirse ni de limpiarse y Jiang WanYin todavía jadeaba sin aliento tirado encima del escritorio cubierto de... En fin.

Pero ha llegado ahora, no hace media hora, así que están a salvo. Más o menos. Más menos que más. En realidad esos ojos iracundos llenos de lágrimas y ese ceño fruncido les dice que están de todo menos a salvo.

-¿Va todo bien, A-Ling? -Cuestiona Jin GuangYao con suavidad. Todavía está un poco ronco después de... da igual-. ¿Necesitas algo?

-¡Quiero que me hagáis caso y no me hacéis caso! -Chilla el niño, sin explicarse demasiado. Que sus tíos parezcan confusos le ofende todavía más-. ¡¿Por qué no estáis conmigo?! 

Tanto Jiang WanYin como Jin GuangYao son líderes de secta. Dos de los líderes de dos de las cuatro grandes sectas. No son gente con mucho tiempo libre, la verdad sea dicha, y todo el que tienen se lo dedican entre ellos o a su sobrino. O, alguna vez al año —cuando Lan XiChen se pone pesado; porque, quién lo diría, el primer jade también sabe actuar como un niño pequeño caprichoso, su marido le consiente demasiado—, a pasar algo de tiempo de ocio con el matrimonio que resultan ser los líderes de las otras dos sectas prominentes. Y ya. Y hasta ahí. Esa es su vida social. La de Jiang Cheng es un tanto más inexistente que la de Jin GuangYao, porque hasta que su amante no le llevó a rastras a una "reunión" reconvertida en una especie de cita doble para tomar el té con sus hermanos jurados, no tenía amigos. Años después de eso, lo familiar (y amable a su manera) que es Nie MingJue con él le sigue dejando descolocado cuando coinciden en cacerías nocturnas.

Esta semana, sin ir más lejos, y este día en particular, resulta un gran ejemplo de su sobrecarga de trabajo, porque los dos líderes son, sin duda alguna, adictos al mismo. Es un problema que deberían trabajar, pero a Jin GuangYao se le hace un poco difícil pedirle a su amante que se tome un tiempo para relajarse con un té de frutos rojos cuando él mismo tiene una pila de documentos que contestar y revisar en su escritorio. A la inversa pasa lo mismo. Jiang WanYin no le dirá a su compañero de cultivo que haga el favor de descansar o le partirá las piernas, porque sabe que en el mismo momento en el que abra la boca le caerá una retahíla de reproches sobre por qué demonios no ha dormido en dos días. Que intente usar los aceites que le recomienda Qin Su para disimular las ojeras no ayuda lo más mínimo. 

Custodia compartida [Mo Dao Zu Shi Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora