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Escuchar conversaciones ajenas está mal.

Es descortés..

No me interesa.

[...]

El americano entró en la Oficina del general soviético, su rostro tenía una gran sonrisa mientras cerraba la puerta detrás de él.

Se acercó al soviético él cual tenía una condición algo deplorable, ojeras grandes, cabello revuelto y una cara de amargura absoluta.

—¿Qué quieres?, ¿a qué viniste? — dijo sin levantar la vista del eterno papeleo qué le había pasado él gobernante de ese momento.

—¿Qué se siente que tú país esté en declive? — apoyó sus codos en el escritorio contrario.

—No eres quien para hablar, ¿recuerdas la época de la gran Depresión en tú país?, ¿quieres que llame a papi y te lo recuerde? — dijo con sarcasmo, aunque con su rostro poco podría añadirle.

De mientras el americano hervía, odiaba que siempre le dijeran "llamar a papi" refiriéndose a su padre el Reino Unido, que para él no era más que gente estirada.

—Ya responde, ¿qué quieres?, — dijo a secas el soviético.

—Vengo con una propuesta — se sentó en el escritorio contrario moviendo su piernas mientras le sonreía.

—Lo siento, soy estrictamente fiel a mí esposa fallecida. Así que no quiero acostarme contigo — levantó la vista seriamente encontrándose con un rubor leve por parte del americano, quien no se tomó nada bien el chiste.

—¡T-tú imbécil! ¡Jamás te casaste! — levantó la voz con cierto titubeo.

—Ah, entonces le soy fiel a mí país y a mis hijos — bostezó un poco.

—¡Eso no tiene nada que ver-!... AGH! — Se quejó y levantó del escritorio— no vengo por eso maldito depravado comunista!

—¿Entonces vienés a disculpar te públicamente a mí país por haber dejado literalmente todo el trabajo a mí Gobierno? — levantó sus cejas, obviamente una de ellas se movía bajo la fina línea del parche que portaba.

Perdió el ojo el día en que trató de hacer que aquel Alemán no se suicidara.

—¿Perdón?. ¿Me tomas el pelo? ¡¿Qué hiciste tú?! — se cruzó de brazos él americano.

—Acabar con la Alemania Nazi, liberar al mundo del conflicto bélico más desastroso de la historia reciente en donde perdí más de 20 millones de fieles soldados de Lenin. ¿Quieres que siga?

—Ay ajá!, ¡no hiciste gran cosa!

—Lo único que hiciste tú fue acabar con dos ciudades grandes del Imperio japonés forzándolo a abandonar y dar su rendición — una pausa se hizo presente mientras de levantaba — ¿cuantas vidas necesitabas por tú gente dada de baja en el ataque de Imperio?,

—¿Estás de su lado? — le Miró estupefacto.

—Claro que no, jamás lo estaré.

—¡Claro, como si te creyera! — alzó la voz denuevo— ¡de seguro también le lamías las botas como Italia facista!.

—Enserio... Que eres un ignorante — suspiro cansado el soviético mientras dejaba su ushanka en su escritorio.

[...]

Tears in Heaven (T2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora