La nieve había cubierto hasta el rincón más pequeño de la ciudad de París, la noche anterior otra tormenta de nieve se había dado el lujo de molestar a los parisinos, pero esta vez la cantidad de nieve era en verdad inmensa. Y como siempre hace la nieve, trajo consigo el frío.
No se veía a mucha gente por las calles, la mayoría de personas habían optado por quedarse en su casa debido a las condiciones climáticas. Los suéteres y abrigos volvían a formar parte de la vestimenta habitual, las familias se reunían junto al fuego para compartir bebidas calientes y dulces recién horneados.
El joven Adrien Agreste, sin embargo, se sentía más solo que nunca. Su padre estaba ocupado, como ya era habitual, y tampoco podía hacer nada con Nathalie o con Gorilla, ya que estos también tenían cosas que hacer. Por otra parte, su kwami, Plagg, había decidido tomar una siesta, por lo que ni siquiera podía hablar con él.
Bajó la cabeza con tristeza, sabía que si su madre estuviese allí, habría liberado todo lo que tenía que hacer y convencido a su padre para hacer algo los tres juntos, extrañaba eso, pasar tiempo en familia. Sintió que sus ojos se humedecían, pero rápidamente negó con su cabeza, no dejaría que sus sentimientos lo dominaran esta vez.
Trató de pensar en algo o alguien que lo ayudara a sentirse mejor en aquel momento, al instante, dos personas vinieron a su mente, dos personas muy importantes para él. Una de ellas había sido su amada Lady, pero sería demasiado difícil encontrarla, seguramente ni siquiera estaba transformada, debía estar en su hogar, resguardándose del frío. También había pensado en Marinette, su gran y genial amiga, aunque tampoco creía posible el poder ir a verla, si bien sabía donde vivía, no podía ir a visitarla como Adrien, ya que su padre no se lo permitiría, y tampoco podía ir como Chat Noir, no quería despertar a Plagg.
Suspiró derrotado, no sabía qué hacer, no tenía más opción que quedarse allí en la prisión que era, para él, su habitación.
Se recostó en su cama y cerró los ojos, tal vez él también podía dormir un rato.
- ¡Hey chico! ¿Por qué esa cara de deprimido? - preguntó de pronto una voz rasposa, sobresaltándolo - ¡Mira todo lo que tienes aquí! Hay demasiadas cosas para hacer como para que estés tirado en tu cama.
Recién después de haber sido terminada la reprimenda, el rubio abrió lo ojos.
- Lo sé, Plagg, pero no es divertido - dijo, mirando a su kwami -. Me siento solo aquí, extraño a mamá - admitió con la voz algo quebrada.
La criatura sintió pena por su portador, sabía que el tema de su madre no era nada fácil para él, se acercó al chico y abrazó su mejilla.
- Necesitas distraerte un rato, ¿por qué no vas a visitar a coletas? - propuso con una sonrisita - Eso siempre te alegra.
Y tenía razón, el pasar tiempo con su amiga siempre le levantaba los ánimos.
- Wow Plagg, nunca pensé que tu propondrías eso - su expresión estaba entre el asombro y la burla.
- Si no quieres ir es mejor para mí - contestó el pequeño ser, cruzando sus bracitos -, además, esto incluirá una ración de queso extra hoy.
Ante esa declaración, el modelo rio y rodó los ojos.
- Trato - dijo.
El kwami nunca lo admitiría, pero la verdadera razón por la que le había ofrecido eso a su compañero, era porque lo hacía sentir mal el verlo tan triste y deprimido, se preocupaba por él.
Así, un Adrien ya transformado en Chat Noir, salió saltando desde una ventana de la gigante mansión Agreste. Aterrizó varios minutos después en el balcón de cierta chica de cabello azabache.
Marinette había pasado toda la mañana ayudando a sus padres en la panadería, ya entrada la tarde, se había dedicado a ordenar su habitación, algo que tenía pendiente hacer.
Estaba terminando de ordenar su escritorio, cuando sintió un leve golpeteo en la puerta trampa que daba al balcón, curiosa, se acercó a ver que o quien era causante de ese ruido. Al abrir la trampilla, no le sorprendió mucho a quien se encontró, pero sí le sorprendió como lo encontró.
- H-hola Marinette, ¿t-te importaría dejar entrar a este gatito congelado a tu casa? - preguntó, titiritaba del frío, no había esperado enfrentarse a temperaturas tan bajas cuando había abandonado su habitación.
La muchacha lo miró con preocupación, sin decir nada, lo tomó del brazo y lo entró a su habitación, cerrando la puerta apenas ambos estuvieron adentro.
- ¡Chat Noir! - exclamó la chica - ¿Qué haces afuera con este frío? Estás muy desabrigado, podrías enfermarte - sonó algo dura, pero estaba preocupado por el chico.
- Yo...este héroe debía saber como se encontraba esta civil - aún titiritaba un poco -, ya sabes, es mi trabajo.
Su amiga lo observó con enojo ¿había salido con ese frío solo para visitarla a ella? Podía ser tierno, pero también era muy imprudente. Buscó una manta y abrigos, para entregárselos al rubio.
- La próxima vez, intenta salir con un abrigo, recuerda que llegó el invierno, las temperaturas son más bajas - le aconsejó, lo envolvió en una manta de lana.
- Eso haré - prometió -. Gracias, Marinette - acarició su mejilla mientras ella acomodaba la manta, eso logró que un leve sonrojo apareciera en las mejillas de su contraria.
- No tienes que agradecerme, tan solo recuerda estar más atento - colocó un gorro de lana en la cabeza del muchacho y no pudo evitar reír, se veía gracioso y tierno con eso puesto -. Ahí está, esto debería ayudar a calentarte.
- Gracias... - levantó la mirada para encontrarse con los hermosos y brillantes ojos azules de la chica, notó que estaban muy cerca, Marinette también lo notó.
Al instante, ambos se separaron sonrojados.
El joven titiritó, aún tenía frío.
- ¿Sabes? - dijo de repente la ojizarca - creo que sé que ayudará a recuperar la temperatura.
La mirada del héroe mostró interés, cualquier cosa que hiciera que el frío se fuera estaba bien para él.
- ¿En qué piensas? - preguntó, una sonrisa apareció en los labios de la chica.
- ¿Te gusta el chocolate caliente? - el chico sonrió, sin duda amaba esa deliciosa bebida.
Bajaron a preparar el chocolate, cuando estuvo listo, subieron de nuevo a la habitación de la pelinegra.
Hablaron toda la tarde de cosas sin importancia mientras bebían chocolate caliente, fue tierno y divertido, disfrutaban pasar tiempo juntos.
Cuando ya había oscurecido, el rubio tuvo que volver a su casa, abandonó la habitación de la chica de mucho mejor humor que el que tenía cuando había llegado.
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¡Día 9!
Me gustó escribir esto, ¿Qué les pareció a ustedes?
Nos vemos en el próximo :)
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25 días para Navidad // MLB // Love Square
FanficRelatos cortos del cuadrado amoroso para celebrar las épocas festivas 🎄❤✨ La hermosa obra de arte que hay de portada me la hizo @NayCari.