música.

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Lloró sin control
a medida que sus bandas preferidas
le susurraban al oído que todo iba a estar bien.

Lloró sin control
al darse cuenta
que ellas eran en realidad, todo lo que tenía.

Lloró sin control
preguntandosé si en verdad
valía la pena seguir viviendo.

Y se planteó seriamente
el invitar a la muerte.
Pero las canciones seguian rogandole
que cambiarar de idea.

Por eso hoy sigue con vida.
Llorando,
pero con vida.
Y al parecer, es todo lo que importa.

4 a.m.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora