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 Apenas tuvo tiempo de despertar antes de sentir la urgencia de correr al baño. Las náuseas lo golpearon con fuerza, pero no podía estar seguro si eran provocadas por el embarazo o por el Hanahaki. Apenas divisó los pétalos de lino azul mezclados con sangre, comprendió de inmediato: "Otra vez Hanahaki", pensó con fastidio, antes de volver a vomitar, esta vez con un profundo asco. Genial, ahora le tocaba lidiar con el bebé.

Una vez terminó de vomitar, se levantó del frío suelo, se lavó la boca y el rostro, y levantó la mirada al espejo frente a él. Allí estaba, esa maldita flor de lino rosa tatuada en su hombro, que lo mantenía atado a un destino incierto, a alguien que nunca se había mostrado y que Renjun dudaba que alguna vez apareciera. El rango de tiempo para encontrar a tu predestinado era entre los 20 y 25 años; siempre pensó que era poco tiempo, pero las estadísticas rara vez fallaban. Eran casos raros aquellos en los que los predestinados se encontraban después de ese periodo, y cuando lo hacían, casi siempre uno de ellos ya estaba con alguien más, lo que a menudo les provocaba un Hanahaki, del cual rara vez sobrevivían. Ahora tenía miedo de convertirse en uno más de esos casos.







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Renjun era un omega de 27 años que había estudiado medicina, especializándose en pediatría para alfas y omegas. Había casos muy raros en los que los niños podían llegar a presentar su madurez antes de tiempo, lo cual era peligroso tanto para ellos como para los demás. Renjun nunca se había interesado en esta rama hasta una tarde en la que, como parte de su formación, le llevaron a visitar instalaciones especializadas. Fue devastador para él ver a tantos niños con historias tan trágicas detrás. El hecho de que aquellos niños maduraran antes de tiempo los ponía en grave peligro: su aroma se volvía tan fuerte que corrían el riesgo de ser atacados o incluso violados. La gran mayoría eran golpeados casi hasta la muerte por sus propios padres alfas, celosos del aroma de otro alfa o omega en su pareja.

Cambió sus planes y optó por especializarse en pediatría de alfas prematuros, arrepintiéndose solo un poco de no haber elegido la rama de "lazos y predestinados". Tal vez si lo hubiera hecho, ahora estaría con su predestinado y no tendría que luchar contra el Hanahaki.

La otra rama, más allá de estudiar los lazos, la naturaleza de los predestinados y la relación y sentimientos de los lobos, también servía como una asociación para unir a los predestinados y evitar que murieran por situaciones extraordinarias o malos entendidos, justo como lo que le estaba pasando a él.





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El hospital estaba tranquilo. Renjun supo que era uno de esos días en los que parecía que todos estaban en paz, con pocos problemas o accidentes. Hoy solo había atendido a tres de sus pacientes: dos niños alfas que fueron recogidos por servicios sociales y una pequeña alfa que había presentado su madurez hace menos de dos meses, y que desde entonces no paraba de llegar golpeada. Renjun se preguntaba por qué las autoridades no sacaban a la niña de su casa. Una tarde, la trabajadora social le explicó que la niña era hija de una familia muy adinerada; cada vez que intentaban sacarla, su padre movía cielo y tierra para impedirlo. Era horrible: si el alfa estaba tan molesto con su presencia, ¿por qué seguir teniéndola? La niña era, evidentemente su saco de boxeo.

Fue sacado de sus pensamientos por un golpe seco en el pasillo contiguo. Corrió para ver qué había pasado y solo divisó a una pareja abrazada cerca del pabellón de predestinados. Las náuseas volvieron, y Renjun corrió al baño lo más rápido que pudo, sin darse cuenta de que alguien lo había seguido.

El sonido de sus rodillas golpeando el suelo fue lo último que escuchó antes de comenzar a vomitar nuevamente. Estuvo a punto de ensuciarse a sí mismo, pues su vientre de cinco meses le estorbaba más de lo que le gustaría.

LinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora