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Lo primero que hizo al salir de la corte fue vomitar. Esos malditos pétalos llenos de sangre. Lo curioso era que vomitaba pétalos rosados, aunque él tenía una flor de lino azul. No lograba entender por qué sus pétalos eran rosados.

Hasta donde había entendido en la escuela,cuándo enfermas de "hanahaki" uno vomitaba los pétalos de la flor que tenía tatuada en la piel. Pero él no sabía por qué vomitaba pétalos de color rosa. Esa fue la razón principal por la cual su amigo Mark empezó a atender su caso junto a otros especialistas. Mark,era su amigo de la universidad y aunque estudiaban carreras totalmente diferentes la vida siempre los hacía coincidir por lo que con el tiempo forjaron una amistad muy fuerte, era un alfa que trabajaba en la rama de predestinados, había estado con él durante uno de sus "ataques" y le insistió en que acudiera a consulta.

Ya llevaba aproximadamente cinco meses con esos constantes vómitos y aún no sabían por qué ocurrían. Según Mark, el hanahaki podría ser provocado por diferentes motivos. Tal vez su omega estaba muy cerca de él, tal vez lo conocía, o tal vez, la peor suposición de todas, era que el omega se encontraba en una relación abusiva y, en algún momento de sus vidas, habían convivido. Por eso sus lobos se reconocían, y el lobo del omega le pedía ayuda de esa forma.

Aún recordaba por qué llegaron a esa conclusión. En una de las primeras sesiones con Mark, este le comentó que al tener el hanahaki presente, se podía formar una especie de lazo debido a la constante desesperación por encontrar a su predestinado. A veces ambos podían sentir los sentimientos del otro; en otras ocasiones, más comunes, eran los alfas quienes sentían todo. Durante esa sesión, Mark le pidió que identificara qué sentía su omega, lo cual hizo que Jeno se enojara demasiado.

Miedo, enojo, impotencia, tristeza... traición.

No sabía por qué se sentía así, y eso realmente lo alteraba. Su alfa estaba totalmente furioso. El omega que estaba destinado a él, su compañero, su alma gemela, su omega, se sentía así, y seguramente algún alfa idiota lo trataba mal.

Tiempo después, la ansiedad de Jeno creció. Desde aquella consulta, no pudo evitarlo: todos los días intentaba sentir a su omega sin falta alguna. Una noche realmente lloró desesperado, abrazándose a sí mismo en medio de la cama por los sentimientos que sintió: miedo, mucho miedo, y después una presencia... pero no como si su omega estuviera acompañado de alguien que lo atormentara. Sentía una presencia *dentro* del omega. Estaba embarazado.

Y entonces Jeno se decidió: sin importar qué, encontraría a su omega y lo ayudaría a salir de la situación en la que estuviera. No tenía problema con ese bebé. Su omega estaba en peligro, y esa pequeña criatura, que era parte de su omega, también. No los dejaría solos por nada del mundo.

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Por meses había buscado, aunque tampoco es que fueran tantos. Jeno y Mark calculaban que los cinco meses de sus malestares eran probablemente el tiempo que había pasado desde que su omega y él se habían conocido o cruzado. No había salido tanto durante estos meses; había estado con muy pocos omegas y betas, pero los había buscado. Con algunos, su olor le fastidiaba. No soportaba olores tan dulces. Solo con uno de ellos la cosa había sido diferente. Se llamaba Renjun, y Jeno tenía un mini crush en él. Internamente deseaba que fuera él, pues recordaba a la perfección que ese chico era originario de China, pero se había mudado a Corea con sus padres desde muy pequeño.

Recordaba perfectamente todo lo que aquel precioso omega le había contado sobre su vida. Estudió pediatría y... Jeno ni siquiera recordaba quién los había presentado. Lo único que tenía claro era que Renjun lo había cautivado al instante cuando lo conoció. No solo a él, también a su lobo, y eso era realmente un logro, ya que el alfa de Jeno era demasiado quisquilloso con los omegas. Jeno solo tenía aventuras de una noche porque a su parte humana le gustaban, pero nunca a su alfa. Una cosa llevó a la otra, pero cuando lo encontró fue en una cafetería. Su alfa le exigió ir hacia él y abrazarlo con todas las fuerzas que tenía. Deseaba tanto abrazarlo como deseaba que fuera él a quien tanto buscaba, aunque al mismo tiempo le dolía que realmente fuera él. No podía imaginar a ese lindo y tierno chico pasando el infierno de emociones que sentía a través del lazo. Lástima que Renjun se fue en cuanto Taeyong, su cuñado, hizo acto de presencia en la mesa y lo abrazó. Vio al chico palidecer en cuanto su cuñado lo abrazó y salió corriendo.

LinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora