Cinco.

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Capítulo cinco.

Olivia soltó un suspiro agotado mientras luchaba con el nudo obstinado de una bolsa de galletas.

— ¿Y ahora qué? ¿Nos quedamos aquí discutiendo nuestros planes para la vida? Comienzo: ser asesinada por Thomas Morelli — soltó con una pizca de ironía.

La frustración la abrumaba, reflejada en su intento fallido de desatar aquel nudo. ¿Cómo podría resolver los enredos de su vida si ni siquiera podía deshacer este simple nudo? La impotencia la llevaba al borde del colapso.

Lucas resopló ante su comentario sarcástico. Había soportado más de quince minutos de su pesimismo disfrazado, pero otro comentario así lo haría estallar.

Ambos estaban exhaustos y decepcionados. La hora de la cita había pasado y nadie, ni Isaías ni nadie más, apareció. Las esperanzas que habían surgido horas antes ahora estaban marchitas. Olivia se preguntaba qué karma estaba pagando: ¿era su impulso, impaciencia o ser una mala hija, o había algo más?

¿Quién había sido en su vida anterior? ¿Hitler?

Gruñó y lanzó la bolsa de galletas por la ventana, arrepintiéndose al ver la expresión en el rostro de Lucas. — Olivia, ¿cuál es tu problema? —, estalló Lucas, su tono exaltado reflejaba su creciente frustración. — Entiendo tu frustración, todos la entendemos, pero no eres la única que sufre. —

Olivia suspiró y cubrió su rostro con las manos. Sabía que sus acciones eran infantiles, pero no podía controlar sus emociones. Había perdido a dos de sus padres en un solo día, su madre la había abandonado, y sus hermanos le habían dado la espalda y sus otros familiares solo sabían estirar la mano para pedir cosas, de resto nunca estaban presentes.

Para colmo de males, Lucas no la soportaba, y Helen y Susan siempre lo preferirían antes que a ella. Se sentía sola.

Solo le quedaba Jeff, pero no quería arrastrarlo a su caos. Jeff debía mantenerse al margen por su propio bien y el de sus padres. Lucas y ella estaban de acuerdo en eso. Aunque Olivia no quería preocuparlo, ella estaba segura de que Jeff sabía que algo estaba mal. Esperaba que se mantuviera alejado, o se las vería con ella si algo le pasaba.

Y entonces estaba su propia autodesprecio. Recordó la molestia en los ojos de Lucas unos minutos atrás y se avergonzó de su comportamiento. Él tenía razón: no era la única que sufría desde esa noche.

—Lucas, yo no sé qué... —intentó decir Olivia, pero él la interrumpió.

—Olivia, si tú no sabes, entonces yo tampoco lo sé. Medítalo y dejemos el tema —las palabras de Lucas la hirieron profundamente, sintiéndose una vez más como en casa, rodeada de familiares que la miraban como si fuera un bicho raro. Guardó silencio, tragando el nudo en su garganta.

Lucas se frotó la frente, sintiendo el dolor de cabeza. No quería ser tan duro, pero ya era tarde. Había terminado de joder las cosas con Olivia.

—Olivia, he dedicado mi vida a ayudar a los demás. No puedo tener muchas relaciones estables. Me muevo constantemente. Aún lidiar con emociones difíciles es un desafío. Perdóname si te ofendí, no era mi intención perder los estribos así —se disculpó Lucas, buscando enmendar la situación.

Olivia permaneció en silencio por unos minutos antes de hablar. — Entiendo, no pasa nada. No quiero que las cosas se pongan más extrañas entre nosotros. Me mantendré en silencio y espero que tú también lo hagas. —, dijo con resignación, sintiendo que todo estaba arruinado.

—Olivia, yo no quise... —Lucas intentó explicarse, pero ella lo interrumpió negando con la cabeza.

—Dijiste que no te importaba y que no querías saber nada más. Lo entendí, te tomaré la palabra —sus palabras estaban cargadas de tensión, como un cuchillo cortando el aire. Los motores se encendieron mientras emprendían el regreso, dejando a Helen y Susan desconcertados.

Olivia Morgan: destino de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora