El orbe [Katsudeku]

Un despertar problemático.

Era una noche fría  y silenciosa en las entrañas de aquel bosque... los animales se encontraban resguardados en donde la naturaleza se los permitiera. Sin embargo; aquella roca que se encontraba a mitad del circulo comenzó a emanar un pequeño destello de luz, el cual se hacía más brillante y llamativa con cada minuto que pasaba. 

Hasta que un fuerte estruendo se pudo escuchar en su interior, provocando que esta se rompiera en pedazos y dejara en su lugar a un chico de cabellera verdosa y ojos color rojo como la sangre... quien portaba llamativas ropas y joyería. 

Por instinto, aquel extraño chico levanto ambas manos frente a su rostro y comenzó a revisarlas, posteriormente siguió con su cuerpo completo, asegurándose de no presentar alguna herida; sonriendo una vez que estuvo seguro de eso. 

— Finalmente eh regresado... el sello del rey perdió su poder mágico y ahora soy libre.— Grito alegre con todas sus fuerzas, ahuyentando a los pocos animales que se habían acercado por mera curiosidad ante tal alboroto. —Nada podrá detenerme.—Hablo una vez más... sin embargo, su alegría duro poco cuando dio un pequeño vistazo a su alrededor, percatándose que el lugar donde se encontraba "La puerta de Dios" era diferente a como él lo recordaba. 

Y más importante, aquel orbe que mantenía prisionero su poder mágico no se encontraba a su alrededor. Algo completamente absurdo después de casi haber perdido la vida tratando de recuperarlo. Si no hubiera sido por el estúpido hechicero del rey, sus planes habrían salido a la perfección y el mundo se estaría arrodillando a sus pies.

Momento en que un resplandor dentro de sus pertenencias llamo su atención, introduciendo rápidamente una de sus manos al bolso que colgaba a su lado derecho. Encontrándose con el collar de media luna y un pentagrama a su lado, recordando en ese instante lo ocurrido cuando recibió ese colgante.

"Esto te ayudara a encontrar lo que anhela tu corazón, sigue la punta que se ilumine para llegar a ello."

Fueron las últimas palabras que su viejo maestro menciono antes de darle aquel objeto. El cual había sido de mucha ayuda después de que su magia fuera robada por "el bien de la nación".

El odio en el corazón del peli verde era tanto, que ya no le importaba quien se atravesara en su camino.

—¡Encontrare ese orbe, sin importar cuanto tiempo que tome.! Y cumpliré con mi venganza.— Al terminar de hablar soltó una risa malévola, y posteriormente emprendió su caminar aun sin saber que era lo que le esperaba al otro lado del espeso bosque donde se encontraba ahora.

Luego de un largo rato caminando pudo darse cuenta que se encontraba sobre una pequeña montaña, y a lo lejos podía observar miles de antorchas y grandes fortalezas que iluminaban y llenaban el horizonte negro y estrellado.

Suspiro pesado cuando supo que no sería fácil, pero lo intentaría. Sus esfuerzos de hace siglos no serían en vano... pero necesitaría tiempo para comprender el nuevo mundo donde se encontraba. Pues una vez que estuvo lo suficientemente cerca de ese lugar tan extraño, se percato que no eran fortalezas, si no grandes pilares de cristal que mantenían prisioneros en su interior a las personas, quienes no se inmutaban en lo más mínimo. 

Aquello le provoco un gran escalofrió solo de recordar la situación tan similar por la que paso. 

Y las antorchas no emanaban ningún tipo de fuego o calor, solo eran grandes esferas de magia que iluminaban la noche.