TOKIO, AGOSTO DE 2001
Como animal enjaulado, Ryojin "El dragón dócil", caminaba en círculos por una pequeña sección del fastuoso lobby en el edificio de sus jefes. Listo para que lo llevarán hasta el lugar donde debía realizar el trabajito.
Pero si era sincero, aún con la semana y algo que le dieron para que se decidiera o declinara, no estaba seguro de poder hacerlo. Más específicamente, no sabía si podría vivir el resto de sus días sin remordimientos. Sin sentir asco de sí mismo.
Sin duda era alto el precio que se le estaba exigiendo por salir del negro y podrido túnel en el que solo se había metido.
No, no era humano, ... no era propio de él.
El repiqueteo proveniente desde los ascensores, al fondo y a la izquierda, le hicieron dirigir su atención y dejar su frenético andar.
Una cuadrilla de hombres que acababan de salir se le acercaron. Los conocía perfectamente bien, eran sus compañeros de trabajo y amigos, vistiendo sus habituales e impecables trajes negros de sastre.
Caminando en medio de sus cuatro amigos, de manera inconsciente Ryojin inhalaba y exhalaba fuertemente, produciendo un ruido que delataba su conmoción interna.
―Tranquilo ―susurró Shoji a su lado, con ese su típico tono neutro, recibiendo como respuesta un leve asentimiento nervioso―. Mayormente la gente de nuestro mundo no merece vivir, no te atormentes por lo que harás esta noche ―se explicó mientras empujaba las puertas y lo conducía al auto negro de lunas polarizadas.
A unos pocos kilómetros, el copiloto le entrego a Ryojin un pequeño maletín que en su interior contenía un revolver 500 S&W Magnum más unos guantes negros.
En tanto, los demás desviaron miradas, sintiendo en su conciencia un hondó pesar. Pues para un hombre de justos y razonables principios como los del "dragón dócil", suponían cuán difícil debía ser el completar la misión que representaba su pase de salida.
Por otro lado, Ryojin observaba con cierta aprensión los objetos. En sus casi treinta años de vida, jamás había alzado un arma para tirar del gatillo contra otro ser humano. Contaba con el entrenamiento que recibió en el servicio militar, pero eso era todo. Esperaba que aquello fuera suficiente para no cometer error alguno esa noche, pues las consecuencias podrían ser fatales.
El silencio absoluto reinante en todo el camino, se vio interrumpido en el momento que un vibrante sonido proveniente del móvil del conductor crispo a todos de su inmutes.
En la iluminada pantalla se leía "Ishikawa", era un Shateigashira* de su clan, y conocedores de su impaciencia decidieron contestar inmediatamente.
―Takeshi ... de camino ¿cierto? ―dijo con simpleza una voz ronca, y el mencionado respondió con un automático y firme sí―. Las reglas del juego suben de nivel para el estimado Ryojin ―continuó con misticismo―. ¿Le han hecho conocer ya las identidades de la desafortunada pareja? ―preguntó con fingida preocupación.
Los cinco hombres arrugaron el rostro sin entender la importancia de dar tan tempranamente dicha información.
―No, aún no señor ―respondió Takeshi con voz remota.
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Corazón Encadenado [En Pausa]
RomansaLa mentira y el engaño, son dos cosas que pueden destruir todo en un abrir y cerrar de ojos. Pagar por los errores de terceros es doloroso, pero tener que lidiar con la falsedad en la que tu propio progenitor te ha hecho vivir, es aún peor. Y más si...