Capítulo XI

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Agotada de tanto llorar, me tumbé en la cama de aquel piso y dejé sacar un suspiro cuando ésta se hundió y unos cálidos labios besaron mi hombro desnudo.
Comencé a temblar.
Frank había amenazado de muerte a mi madre. Frank solamente quería su dinero, el nunca me había querido. Siempre me estaba controlando todo lo que hacía, cada paso que daba. A dónde iba, que por qué llegaba tarde...
Lo hacía tan bien que ni si quiera me había dado cuenta, aunque ¿cómo alguien puede pensar eso de un padre?
Supongo que mi madre también se habría dado cuenta de todo conforme el tiempo, pero no lo había hecho tarde, y me alegraba saber que gracias a ello ella seguía con vida.
Mi madre siempre fue lista.
Eso no lo había heredado de ella, al parecer.
—¿Tienes frío? — Susurró Álex.
—No —Dije.
Y esa era la verdad, no temblaba de frío si no por todos los nuevos sentimientos  que estaban floreciendo en mi interior. Sabía que eran nuevos porque jamás los había sentido. Sentía miedo porque estaba comenzando a sentirme sola. Sentía angustia porque no sabía lo que era capaz de hacerme Frank y sentía incertidumbre por saber dónde y cómo se encontraba mi madre.
—Puedo dejarte algo más cómodo para dormir —, se ofreció.
Sonreí ante su preocupación y me giré, mirándole a sus ojos verdes.
—Estoy muy cansada —Dije.
—Lo sé —Susurró y acarició mi cuello con sus dedos —, descansa.
Los labios de Álex dejaron un suave beso en mi mejilla mientras yo me acomodaba en su cama.
Álex apagó la lámpara de la mesilla y se acercó a mi cuerpo.
Soñolienta tanteé con mis manos en busca de su cálidez y él me acogió entre sus brazos.
Suspiré mucho más tranquila y sintiéndome por primera vez en el día protegida de verdad.
Cuando estaba por caer en los brazos de Morfeo, Álex susurró algo que no pude descifrar y me atrajo hacia sí con ímpetu.
Yo solamente sonreí y acaricié su pecho desnudo antes de quedarme profundamente dormida.

(...)

Me removí entre las sábanas y el dolor de cabeza volvió a resurgir, incluso había aumentado. Ayer me dolía, pero el llorar tanto y descubrir tantas cosas impensables y horribles me había hecho sentirme aún peor.
Estiré con cansancio mi brazo para coger el móvil y entonces me di cuenta de que Álex ya no estaba a mi lado. Lo cierto es que me resultaba muy familiar, pero no entendía el por qué; era como si ya lo conociese de antes. Pero seguramente sería que el malestar me estaba afectando y estaba teniendo delirios.
Cojí el móvil, lo desbloqueé y deslicé mi dedo para ver las notificaciones.
Tenía un mensaje de Frank y dudando, fui a abrirlo cuando un Álex recién duchado apareció y me arrebató el móvil de las manos.
—Pero ¿qué haces? —Pregunté.
Él solamente abrió el móvil y le quitó las tarjetas de memoria, la batería. Todo. Luego lo tiró a la cama y se puso una camiseta, cubriendo su torso definido y bronceado. Unos pantalones vaqueros se ajustaban a sus caderas.
—Vístete —, ordenó.
Álex me señaló la puerta del baño mientras cojía una sudadera y unos pantalones de chándal y me los entregaba.
—Pero ¿qué pasa? —, pregunté.
—Frank viene para aquí.
Sentí que mi cabeza iba a explotar de un momento a otro. Mi corazón comenzó a latir a una velocidad vertiginosa y mis piernas parecían gelatina.
Estábamos perdidos; estaba perdida. Más que eso, estaba muerta.
Ni entré al baño. Me puse con rápidez la sudadera y me dejé mis pantalones.
Álex me miró extrañado pero reaccionó enseguida entrelazando nuestras manos.
Su mano en mi cintura baja me guiaba y tranquilizaba.
Abrió la verja blanca para mí como la primera vez y después hizo lo mismo con la puerta del coche.
Me subí sin dudarlo junto a él y lo miré, esperando que tuviera algún plan. Yo estaba completamente en blanco.
Álex arrancó el coche y me miró.
—Ni Frank ni nadie de la policía saben dónde estás, al desmontarte el móvil te han perdido la pista. Éstate tranquila, ¿vale? Ahora te llevaré con unos amigos míos que son de confianza mientras yo me ocupo de todo.
Sus palabras y la manera en que me miraba lograron convencerme pero Álex no piso el acelerador hasta que yo asentí estando de acuerdo con su propuesta.

(...)

Cuando Álex llamó a la puerta, un chico de su edad sonrió y ambos se fundieron en un abrazo.
Lo curioso era que yo le conocía. Ese chico alto, de piel blanca y de ojos más verdes que los de Álex, era nada más y nada menos que Oliver, mi mejor amigo.
—Mands— Oli me miró y antes de que pudiera saludar, él me estrechó contra su pecho y me besó el pelo.
Había echado muchísimo de menos sus abrazos de oso, le había echado muchísimo de menos.
Pero ahora que lo pensaba, él no me había llamado ni una sola vez.
Pensarlo me hizo enfadarme.
La voz de otro chico hizo que Oliver se separara.
—Chicos, éste es Dylan, Dylan ellos son Álex y Mandy.
Dylan se dio un apretón de manos con Álex y se dirigió a mi. Sus labios se posaron en mis pómulos.
—Vamos, pasar. No os quedéis en la puerta.
Dylan nos animó, sosteniendo la puerta para nosotros.
Sabía que todo esto no solamente era extraño, sino importante y peligroso. Sabía que ahora me explicarían todo lo que necesitaba saber y me dirían qué hacer y que no pero aún así, en mi interior, sentía que lo más importante en ese momento era pasar tiempo con Oliver.

Hola! Sé que llevo muchísimo sin subir un capítulo y lo siento de veras, de todas maneras espero y deseo de todo corazón que sigáis leyendo esta historia y que os siga gustando! muchas gracias por todos los leídos! :)
P.D Recordar que los votos y los comentarios son muy necesarios para mí.
P.D Seguramente prontito tendréis nuevo capítulo, para recompensaros.
Att: Raquel.

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