Capítulo V

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Foto en multimedia: Martín (Actor Mario Casas)

Caroline sonreía como una boba enamorada mirando la pantalla de su móvil.

— ¿Cuánto hace que os casasteis Señor Móvil y tú? — Me burlé.

Ella levantó los ojos de aquello que estuviese mirando y me perforó con sus pupilas teñidas en enfado. Sus facciones eran tan delgadas que parecía estar tranquila, pero eso quedaba delatado por sus finos labios que formaban una línea perfecta.

— No te burles de esto, Mandy.

Apuntó a su móvil con el dedo sin quitarme los ojos de encima.

— Es que ni siquiera sé que es eso. Desde que me he sentado en este sofá — Dije palmeando la tela roja, sintiendo el terciopelo bajo mi palma. — No has dejado el móvil en paz.

Se escuchó un tono y después, por fin, Line dejó su móvil sobre la pequeña mesa de madera enfrente nuestra.

— Vale, vale. Ya está— Elevó sus brazos en señal de rendición.

— ¿Era Markel, no?

Las comisuras de sus labios se elevaron, dibujando una sonrisa inocente y adorable en mi amiga, a la vez que sus mejillas tomaban un color carmesí.

— Sí.

—Te gusta.

La miré sonriendo.

—No—Negó rotundamente.

Mi sonrisa se amplió más ante eso.

—Claro que sí, es más, te encanta.

Caroline volvió a fulminarme con la mirada, pero esta vez mantuve mis ojos en los suyos, esta batalla la ganaría yo. Era más que obvio que Caroline sentía algo más que atracción por él.

— Vale, deja de mirarme así ¿quieres?

Yo asentí.

—Pero antes reconócelo.

Mis ojos la miraron curiosos.

—No te voy a reconocer que me encanta, pero sí que me gusta mucho...

Yo sonreí e hice un gesto con mi mano, dándole a entender que podía continuar hablando. Esto iba a ser interesante.

— Y también te diré que me ha pedido salir.

Mis ojos se abrieron en sorpresa, pero sonreí contenta por Caroline. Su emoción se podría ver a kilómetros de distancia. Vamos, si apenas podía reprimir una sonrisa.

—Me alegro mucho por ti, Carol.

—Pero ya sabes, salir en plan de ir al cine con cuatro palomitas. Veremos una película de risa, no es una cita.

—Yo creo que tú y yo sabemos lo que es una cita.

La miré sonriente y ella dejó que sus delgados labios se encurvaran, dejándole demostrar esa felicidad que ansiaba por salir.

Después de dar por zanjado el "tema Markel" y de que mi amiga preparara tortitas americanas con nutella, empezé a pensar que ya era hora de que me desahogara y le contara lo del robo del viernes noche. Necesitaba hacerlo, necesitaba que Caroline me dijera que eran tonterías mías, que estaba teniendo alucinaciones.

Pero, para mi infortunio, Caroline me miró estática y negó con la cabeza: no me diría que estaba teniendo alucinaciones, si no que tenía que hablar con la policía y eso significaría que tendría que hablar con mi padre de nuevo y eso no podía ocurrir.

Círculo viciosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora