Harry Potter: Susurros en la noche

Capítulo 45: Una extraña suerte

Tracey vio como un par de prefectos pasaban junto a ella. Vestida como estaba con una falda corta verde y una blusa blanca escotada, perezosamente atada en su busto para presentar una mejor vista de su escote, debería haber atraído los ojos de los dos prefectos masculinos. Sin embargo, ninguno de los dos le echó un vistazo a su patrulla y una sonrisa se deslizó por sus rasgos ante su continuo éxito. Tracey sabía que Daphne podía caminar por el castillo sin que nadie se diera cuenta, pero ¿hacerlo ella misma con su propia magia? Un grito de alegría escapó de la rubia y aún así los prefectos no se volvieron. En cambio, siguieron caminando y en unos momentos ella siguió su ejemplo, aunque en un camino muy diferente al de su patrulla.

Faltaba al menos una hora para el toque de queda, pero era mejor prevenir que curar con los acontecimientos del año pasado. Los Carrow ya se habían encargado de su coartada por la pequeña tarifa de unos pocos galeones y ayudarlos con sus deberes de aritmancia. Un pequeño precio a pagar para que se hable de su paradero hasta que regrese al dormitorio ... si es que lo hizo de todos modos.

El camino de Tracey la llevó directamente a la enfermería, sus pasos ligeros, rápidos y llenos de alegría hasta que se acercó a las puertas dobles. Entrar a escondidas en la enfermería estaba estrictamente prohibido, y no solo por los archivos confidenciales de los pacientes o por pociones e ingredientes raros y caros. Con un toque o su varita en su pecho, Tracey sintió como si una pequeña brisa la envolviera antes de sonreír. Con su magia ya no tirando del fondo de su mente, la rubia se deslizó a la enfermería con facilidad.

Qué, o más bien con quién se encontró, no era a quién esperaba.

"Tracey," llamó una auror particular de cabello púrpura desde su asiento en una mesa a un lado. El cabello de Dora estaba cortado, como parecía ser su favorito, mientras lucía sus usuales botas de combate, jeans, camisa y chaleco de auror, su abrigo tirado sobre el respaldo de su silla casualmente. El auror miró a Tracey de arriba abajo casi con aprecio, aunque estaba cargado del análisis objetivo por el que los aurores eran conocidos. "Es terriblemente tarde para que vengas a la enfermería, ¿no?"

"Ni siquiera es el toque de queda todavía, Tonks," respondió Tracey con facilidad. "Además, estoy aquí para ver a Harry."

Dora ladeó la cabeza y enarcó una ceja. "Sabes que tiene turno de noche esta noche. Es un poco tarde para venir a buscar un buen golpe y correr cuando vaya a estar trabajando. Conoces las reglas".

"Gracias por recordarme que aún no he tenido el placer de follarme con él, a diferencia de ti", respondió la rubia en un tono ligeramente entrecortado. "Pero quería preguntarle algo sobre su proyecto".

"Un proyecto en el que ha estado trabajando desde que Madame Jorkins se detuvo hace una hora para una revisión rápida de su trabajo. Un proyecto en el que todavía está trabajando, en realidad".

Ambas mujeres se volvieron hacia la tercera en la habitación. Madame Pomfrey salió de su oficina, su túnica de sanadora sobre un camisón. Por lo general, dormía mientras Harry manejaba el turno de noche en las raras ocasiones en que lo hacía hacerse cargo. Por lo general, tenía al menos un paciente del que cuidar, pero esa noche no tenía a nadie a quien cuidar más que a él y a Tonks.

"Buenas noches, señorita Davis," continuó la matrona después de una breve pausa. "Mientras Harry está trabajando en su proyecto hasta que me retire por la noche, tengo curiosidad por saber por qué eliges ahora hablar con él".

"¿Porque es tarde y estoy impaciente?"

Tonks resopló con incredulidad ante la respuesta de la rubia mientras Madame Pomfrey ofrecía una sonrisa serena. "Eso lo dudo sinceramente, Tracey. Sin embargo, no presionaré el asunto mientras me prometas no comprometer a mi aprendiz antes de su turno. Necesita estar listo para cualquier cosa, incluso para protegerse de las insinuaciones de un auror coqueto."