Prólogo

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—¿Cómo te sentirías si te quedaras atrapado en un vacío, donde solo hay oscuridad?, ¿estarías tan confundido como yo?, pues, claro, no lo sé, no te conozco, ni tú a mí.

Bueno, para empezar, yo era de esas personas que se preguntaba qué pasará después de la muerte. Pues, si existen personas que dedican su vida a rezar a un dios, por algo debe ser. Hay otros que se les unen luego de caer en un hueco. Tratan de remediar sus pecados, conseguir limpiar su alma y purificarse; todo con el fin de no pudrirse en el infierno, como desde generaciones nos han hecho creer. Supongo que quieren ir a esa utopía maravillosa a la que llaman, cielo. También están quienes simplemente no sienten remordimiento por sus actos y se quedan ahí, sin más. No estoy seguro de con cuál me identificaría de las tres anteriores. Y, no te estoy diciendo esto porque alguien que ha sido una mala persona sea seguro que vaya a estar atrapado en algún lugar del infierno, y mucho menos que yo fui una persona santa, pero ¡hey! yo aún creía que tenía esperanza de sobrevivir; No pensé que moriría en el hospital aun cuando me sentía bien ¡Oops! Supongo que me adelanté.

Sí, sí, ya está claro, estoy muerto, en un vacío rodeado de una oscuridad infinita con solo un pequeño destello, una abertura, un diminuto espacio donde puedo ver a mis seres queridos, la verdad no suelo hablar tanto y tampoco es que sea importante ahora, digo, cualquiera de ustedes podría suponerlo, después de todo si te cuentan una historia los muertos no son relevantes para esta, aquel cuento tiene foco en los vivos y sus acciones, como él... él, que tendrá que olvidarme.

—¿me acompañas?

Tu espectro recuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora