CAPÍTULO UNO

97 3 0
                                    

Noto que alguien zarandea lentamente mi hombro haciendo que despierte del gran sueño que estaba teniendo con Channing Tatum. Adoro a Channing.

Abro los ojos y me encuentro a mí -ahora no- adorado padre intentando levantarme del incómodo suelo del aeropuerto. ¿Que por qué no lo es? Bien, no ha tenido mejor idea de ir al pueblo perdido en medio de no sé dónde a visitar a familia que vive allí y no veo desde que tenía unos ocho o nueve años. Lo sé, increíble.

Me hace arrastrarme por el pasillo a base de empujones hasta llegar a nuestros asientos.

Por supuesto, como estoy indignada, cojo el asiento de la ventanilla, así a unas malas me termino tirando por ahí. Aunque, con mi mala suerte acabaría cayendo en alguna cosa como un montón de hierba, fracturándome algo.

Saco mi libro favorito de un bolso que traigo conmigo, ya que, me han quitado mi teléfono, mi iPod y cualquier aparato electrónico para así cuando lleguemos pueda ''conectar'' mejor con la naturaleza. Que irónico me ha quedado eso de conectar. Me río pensando en ello.

-¿De qué te ríes, cariño?

-De nada papá, mi loca cabecita adolescente de diecinueve años está eufórica pensando en la granja de la abuela.- Dije irónicamente. Vuelvo a reír, esta vez en mi mente.

-¡Oh! ¿De verdad? Creo que es la primera vez desde hace un par de semanas que de verdad pienso que te hace ilusión y has dejado de pensar en estar con tus amigos y en Matt.

Ug, ya me ha hecho enojar.

-Gracias papá, gracias por hacerme recordar que estaré a unos ocho mil kilómetros de mi novio. -Dije poniendo los ojos en blanco.

-Hija yo... Sabes que trabajo mucho sólo para que nunca te falte de nada, y pensé que en este viaje podríamos pasar algo de tiempo juntos... Veo que no pensé que no eres una niña y no quieres pasar tanto tiempo con tu viejo padre... Lo siento, de verdad, Carly.

Oh, papi...

-Papá... Oye, no digas eso, pensándolo así este viaje será bueno -o eso esperaba yo- y agradable. Sabes mejor que nadie que eres mi personita favorita en el mundo.

Lo decía en serio, y quizás pensaréis, ¿y tú madre? Pues, está en coma desde un accidente que tuvo hace un par de años cuando venía de comprar. El día de mi cumpleaños. Había estado buscando un regalo para mí. Me estanqué en todos los sentidos, estaba fatal, mi padre se encerró en el trabajo, mientras yo, lo hacía en mi habitación. Supongo que de esta manera me quería hacer salir de mi zulo -o habitación- personal y disfrutar.

Le adoro.

Tras una hora o así de estar leyendo sobre mi increíble y perfecto Patch, me dan ganas de ir al baño, así que con cuidado quito a mi padre de mi hombro y voy hacia el allí lo más rápido que mis piernas pueden.

Me arrepiento inmediatamente. Quien sea se ha vaciado entero aquí. Vaya asco. Así que entro al de al lado y veo en la puerta un pegatina de una muñeca, o sea que... ¿Antes había entrado al de hombres? Vaya guarrada. No entiendo por qué no me fijé antes.

Al entrar, miro en el espejo a esa rubia despeinada, pálida, con ojos azules y un poco rojizos por la falta de sueño, y sonrisa de tiburón.

En realidad, no me odio físicamente como el mayor por ciento de las adolescentes del mundo, quizás porque soy muy parecida a mi madre y me es imposible repelerme; ni me disgusta mi carácter, soy algo irónica a veces, sociable, risueña y carismática. También tengo mi lado malo, pero es difícil de que salga a la luz.

Cuando llego a mi asiento veo a mi padre que me mira con el ceño fruncido, ¿qué le pasa?

-Pensé que no volvías.

-Papá, que sólo he tardado cinco minutos en el bañ...

-La próxima vez me avisas, pensé que te podría pasar algo.

-Exageras como siempre.

Una azafata se acerca a nosotros y...

-Oh, señor Hannam, veo que ya ha encontrado a su pequeña.

Levanto mi ceja y con una gran y forzada risa falsa corto la frase de mi padre y respondo yo.

-Sí, gracias señ...

-Sí, aquí estoy. Gracias.- Digo mientras la despido con mi mano.

Cuando se va la azafata, me recuesto en mi asiento y sigo leyendo sobre la historia de Patch y Nora.

Tras una hora aproximadamente de estar leyendo y con las lágrimas amenazando por salir, alguien me toca el hombro, me giro y...

Cambio de sentidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora