Tomó tu cuerpo en la oscuridad. Te hago mío cuando nadie más sabe lo que fuimos.
Aún recuerdo tus gritos pidiendo que pare, que te duele, pero a mis oídos sólo era más rico.
Te recuerdo tan sumiso y lindo, que me altera y hace que te necesite aquí mismo.
Y estás, pero a la vez, no hay nada de ti.
Recuerdo cuando solíamos jugar y llorabas porque te solías lastimar. Yo veía la sangre hacer un recorrido hacia abajo, mientras soñaba con poder probarlo y describirte su sabor.
Me decías que dejara de decir eso, que te daba miedo.
Tanto miedo te dio que terminaste gritando de dolor cuando la primera gota de sangre salió de tus lindos labios rosados, esos mismos que el día de hoy sigo probando con avaricia porque los amo.
Te amo.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
