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‹ — ¡Deja de tocarme! ¡Me duele! — Pero no me importaba, no cuando lo tenía de espaldas y su cuerpo a mi disposición.

Ni siquiera supe en que momento dejó de llorar, pero me sentía especial. ›

— Ya nos vamos — Te dije tomando de tu cintura con suavidad. Te muevo sintiéndome desesperado porque no nos movemos de la forma que yo quisiera en este momento.

Pero con todo y eso siento que valdrá la pena.

Bajamos por las escaleras, veo la habitación llena de polvo y con las cosas regadas por el suelo.

— Ya no hay tiempo.

Nos movemos al patio, donde una mesa en medio del patio estaba puesta, comida y velas hacían encima de ella.

Y una pistola, los ojos y aquella ropa.

Y una pistola, los ojos y aquella ropa

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