cirqueⴰ༢ ( Skz )

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Domingo por la mañana, Hyunjin despertó desconcertado por el estruendoso sonido de su alarma, suspiro frustrado cuándo cayo en cuenta de la hora que era.

6:30 am.

A las ocho debería estar con sus maletas listas para partir hacía lo que sería: su nueva vida.

¿Por qué la escogió?, aún no estaba muy seguro de eso, su vida siempre había sido tranquila, hasta monótona, un joven estudiante de medicina con su madre y hermana en una humilde casa a las afueras de Daegu, nunca se le había cruzado por la mente terminar trabajando en un circo.

Bajó las escaleras con sus bolsos ya listos, ahí estaban su madre y hermana, ofreciéndole su adorada taza de café que tomaba cada mañana.
Com gusto la acepto, terminando en una amena conversación hasta la hora de partir.

Yeji y su madre se despidieron cariñosamente de el una vez abordó el primer bus hacía su destino, prometiendo volver en tres meses y medio, ya que para ese entonces, estarían dando nuevamente una función en Daegu, según lo que Chan le dijo al firmar el contrato.

Llegó al lugar dónde anteriormente se encontraba una carpa de circo, dónde ahora solo yacía tierra y árboles, la carpa había sido desmontada y a su lado, los cirqueros llenaban el pequeño camión con sus cosas, mientras a su lado reposaba un camión el doble de grande, en el cual ellos irían.

Caminó despacio, un poco cohibido ya que no conocía a nadie más que Chan, Changbin y aquellos trapecistas que se habían presentado cómo Jisung y Minho.

El primero en verlo fue el payaso, se acercó con una amigable sonrisa.

— Hyunjin, ven, por aquí, ya estamos casí listos para partir. - le llamó, ayudándole a montar sus cosas sobre el camión más pequeño. — cuándo terminemos de cargar todo desayunaremos, ¿tienes hambre?

— No mucha.. comi algo en casa. - habló Hwang, aún más cohibido al sentir la mirada de todo el circo sobre el.

El olor a madrugada se colaba por sus fosas nasales, recordando así sus días aburridos de la infancia, cuándo su único objetivo era despertar temprano para ver sus caricaturas favoritas, mientras su mente se bañaba en nostalgia, otra persona se acercó hasta el con una sonrisa.

— Hyunjin, ¿qué tal?, buenos días, ya estamos acabando de cargar todo, ¿tienes más cosas que llevar? - preguntó Chan, reverenciando.

— Oh, no, nada más, ¿hay algo en lo que pueda ayudar? - intentó hablar amable, aún que su tono nervioso no le ayudaba demasiado.

— No, no, ya todos han cargado sus cosas, no tienes que preocuparte, ve subiendo al camión más grande y acomódate, nosotros ya iremos.

Por mucho que Hyunjin deseaba sentarse, atreverse a entrar a un lugar desconocido, ajeno y vacío, no estaba en sus planes, ni aún que fuera su última opción, su timidez se lo impedía.

Chan al verlo paralizado sólo sonrío. A veces olvidaba su juventud, cuándo hasta hablar le era difícil, imaginaba la pelea mental que debía estar atravesando el menor, después de todo se llevaban diez años, no era mínima la diferencia.

— Vamos, te acompañó y te enseño el lugar. - el maestro de ceremionas, que ahora vestía ropa más cómoda cómo pantalones de chandal grisaseos y una camiseta blanca sin mangas, le guió hasta el camión al cual se ingresaba por la parte trasera.

Banchan tenía razón, se notaba espacioso y cómodo, había un refrigerador y algunos muebles.

— Pondre la mesa, los chicos llegarán pronto. - volvió a hablar, más para si mismo, mientras desmoldaba una mesa de plástico y ponía sillas del mismo material al rededor.