Sai sonrió mientras observaba los ojos de Harumi brillar con emoción.
Konoha celebraba un pequeño festival luego de recuperarse un poco desde la guerra, lo cual no había sido más que un mes, casi todo este tiempo, Harumi la había pasado en el hospital terminando de lidiar con sus heridas internas.
La peliblanca tiro de la manga del más alto, lo llevó a un puesto y observo los peces que nadaban.
—Son preciosos.
—Lo son.
En ese tiempo, Sai había aprendido varias cosas de las personas que le rodeaban, había buscado mejorar para cuidar de Harumi, lo cual había logrado.
La peliblanca se levantó, sonrió feliz.
—¿Quieres algo? —cuestionó el chico.
Inmediatamente la fémina negó.
—No, estoy bien, te lo agradezco.
—Bien...
Siguieron caminando mientras observaban los diferentes puestos, cuando llegaron al final, Sai vio la hora.
—¿Deberíamos ir a un lugar adecuado para ver los fuegos artificiales?
Harumi asintió.
—Si, sería genial.
Caminaron lado a lado hasta llegar sobre las cabezas de los Hokages, se sentaron lado a lado.
La peliblanca reflexionó unos segundos antes de hablar.
—Sai...
—Dime.
—Gracias.
—¿Por qué?
—Gracias por rescatarme... Por sacarme de esa oscuridad... Creí que no lograría salir...
El azabache tomó la mano de Harumi, esta se adelantó y abrazó al chico, este algo sorprendido, correspondió al abrazo.
—Te quiero mucho Sai.
—Yo también Haru.
Se escucho la primera explosión, Harumi volteo rápidamente y vio los colores en el cielo.
—¡Woah!
Ante la sonrisa de Harumi, Sai comenzó a sentir nuevamente aquella sensación tan cálida, sonrió.
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