Harumi no disfrutó el camino hacia el país del agua por más lindo que fuera el paisaje.
Había resentido rápidamente el estar alejada de Sai y sus amigos.
Y aunque no tenía nada de frío, no le gustaba, realmente no le gustaba que a cada paso que daba, se hundía en la nieve que hizo acto de presencia cuando comenzaron a entrar en el territorio del clan Ryuguji.
—Aki-sama, por favor ¿Podría acelerar el paso? —cuestionó Tadashi.
—No seas tonto, Aki-chan no tiene experiencia caminando en nieve, mira, esta muy cansada —señaló a la pobre chica que buscaba mantener al menos un poco de aire dentro de sus pulmones.
—Odio la nieve —gruñó dejándose caer, era mentira, le gustaba mucho lo fresco que se sentía en su piel.
Era raro, jamás había probado ir a un lugar con tal temperatura y se sentía cómoda ahí.
—Oh, mi... —murmuró Naoya, se acercó al cuerpo de su sobrina —¿Quieres que te cargue?
—Dejame morir aquí —respondió.
Lo dramático había terminado por tomarlo de Kiba luego de ser regañado por Sakura.
Bueno, no era lo único, también aprendió de Neji que si eras regañado por tu pareja o alguien más, tenías que poder una cara que aparentara arrepentimiento y que si eras bien parecido, todo enojo ajeno desaparecería.
Existían muchas cosas más y recordarlo la hacía feliz.
—Ya estamos cerca, de ninguna manera haremos eso —respondió Kasumi.
La menor se levantó con molestia y comenzó a caminar en la dirección en la que anteriormente iban.
Tardaron un poco, pero se encontraron con una pared de rocas bien acomodadas, una muralla, sobre ella, había un par de hombres con un traje tradicional de color blanco y protecciones de hombros, pecho y rodillas.
—¡Estamos de vuelta! ¡Somos Tadashi, Naoya-san, Kasumi-san y Aki-sama!
—¿¡Ah!? ¿¡Como dices!? —preguntó el hombre de la derecha
—¡Kasumi, Aki, Naoya y Tadashi!
—¡Ah, si! —exclamó el hombre de la izquierda.
Abrieron las puertas, fue entonces que ambos reaccionaron.
—¿¡Aki-sama!? ¡Aquí nadie se llama así!
—¡La hija de Hana-san y futura jefa del clan si! —respondió Tadashi alzando la mano.
Harumi observo la aldea que se encontraba dentro de las murallas.
Las casas estaban cubiertas por la nieve, pero era notorio el color que le habían puesto en las paredes, habían algunos colores visibles, la ropa de los habitantes tenía algunos colores, había animales pequeños, en su mayoría con pelaje gris, blanco o café claro.
Los niños jugaban alegres y había algunas mujeres que hablaban entre sí.
Parecía ser una de las pocas villas que no fueron tocadas por la guerra.
—¿Le gusta? —cuestionó Tadashi con voz suave y una sonrisa.
La chica solo asintió, permaneció observando el trayecto hasta que llegaron a una casa, parecía ser la que estaba en el centro.
Dentro era un poco más cálida, era amplia, con dos plantas, de pisos y paredes de madera, probablemente roca también, había algunos muebles acompañados de una que otra decoración. Aún así se veía algo vacío.
De la escalera, se escucho una alegre voz.
—¿¡Tadashi-kun!? —exclamó una chica bajando a toda prisa y una enorme sonrisa —¡Oh, Kasumi-sama, Naoya-sama! ¡Bienvenidos de vuelta!
—Fumie-chan —saludó Tadashi aceptando el abrazo de la fémina.
Al notar a otra chica de cara bonita parada tras la persona que ella pretendía, inmediatamente su sensor de riesgo se disparó.
—¿Quien es ella? —cuestionó con voz ligeramente irritada, pero comenzó a percatarse de pequeños detalles, ella conocía esa nariz respingada y ojos magenta oscuro.
Harumi mantuvo su mirada sobre los orbes verdes de la más alta mientras Tadashi la alejaba lentamente.
—Ella es Aki-sama, la hija de la jefa —respondió.
Fue entonces que la mirada de la llamada Fumie, se ablando.
—Oh, vaya, es realmente un milagro —sonrió y se acercó a la más baja, palmeo los hombros ajenos con suavidad —Bienvenida, Aki-sama, gracias por volver.
De ese día en adelante, comenzaría a conocer a la familia que recién apareció, eso la hacía feliz a pesar de la añoranza que sentía por volver a Konoha.
Tal vez, podría soportarlo.
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