cinco.

2.3K 141 53
                                    

COFFEE, FEELINGS AND SEX'

.

Nunca habías dormido tan bien en tu vida, por fin encontraste la paz bajo las sábanas. Creer que ella seguía con vida realmente te hizo sentir feliz, tan bien. Pero el remordimiento te jodía por completo.

Te levantaste de la cama exhalando, con tu cuerpo apenas utilizando unas pequeñas bragas, dormir desnuda era tan cómodo y te agradaba la sensación de cosquilleo de la tela bajo tu torso desnudo.

Arqueas ligeramente la espalda suspirando, la luz del día se filtra por las ventanas iluminando tu cuerpo tenuemente. Recoges tu cabello en una coleta, y antes de sujetarla con la liga, escuchas el chirrido de la puerta.

— ¡Buenos días, señorita! Traje su- — sus palabras se cortan cuando te ve parada allí, desnuda. Un gran sonrojo se posa su pálida piel mientras se queda sorprendida y avergonzada.

¿Acaso no tiene modales?

Cubres tus senos con los brazos, acercándote a la mujer en la puerta. Era alguien joven, ¿era alguien primeriza trabajando en moteles? Quizá. Su cabello era corto y oscuro con mechas doradas; y lo que más destacaba era sin duda la pequeña joya en su nariz.

— ¿Acaso no sabes tocar la puerta? — murmullas, tratando de sonar suave. Ella traga saliva cuando estás parada frente a ella, desviando la mirada hacía como sostienes tus tetas.

— Lo siento yo uh... — comienza, trabando sus palabras. Lo suficientemente nerviosa para notarse. — Creía que ya estaba despierta por la hora, pero ya veo que no… — se ríe bajando la mirada. — Lo siento.

Asientes comprendiendo, sin querer generar un conflicto porque no valía la pena por un sencillo error.

— No sucede nada, solo debes de tocar la puerta. Estaba suponiendo que un pervertido entraría por la puerta. — Dices con una ligera risa para calmar la tensión. Ella copia tu acción, agradeciendo internamente. — Aunque debes de haberte equivocado de habitación, realmente no pedí nada.

A su lado había un pequeño carrito, con un desayuno exótico por el aroma que lograbas percibir. Nunca solías solicitar bocadillos cuando dormías en moteles.

— ¡Oh, no se preocupe! Esto en realidad es cortesía de mi jefe. — Dijo, con una amplia sonrisa adornando sus labios rosas y brillantes por la ligera capa de saliva.

— ¿A qué se debe? Lo siento, pero no conozco a tu gerente. — murmullaste con desconfianza. Ella te lanza una mirada curiosa, volviendo a subir la mirada.

— Le parecías bonita. — Mira con determinación tu expresión, tratando de leerte. — Y 'parecías', porque en realidad lo eres.

Tus mejillas sé calientes ante sus últimas palabras.

— Bueno, uh ¿Dónde puedo poner su desayuno? — cambia de tema rápidamente. Te corres de la puerta dejándola entrar. Coge el carrito y lo deja justo frente a la cama, deteniéndose a observar la silueta de tu cuerpo al lado de la ventana. Exhala, — ¿Es cliente recurrente aquí, señorita…?

(N), ese es mi nombre. — Bajas las manos que cubren tus senos, confiando en que tu cabello pueda cubrir tus pezones erectos por el ligero aire acondicionado. — Y podría decir que me hospedó frecuentemente aquí.

Ella entreabre sus labios.

— ¿En serio? Podría reconocer un rostro tan bonito. Pero me alegro de haberla conocido — frunce sus labios, soltando una ligera sonrisa infantil. Sus halagos te mantienen tímida.

Y eso te traía recuerdos.

Te colocas en el borde de la cama, admirando el blanco pulcro del tazón, hay fruta de buen aspecto. Fresas, uvas, sandía. Vaya lujo. Eso solo era lo menos destacable.

Paradise┃Sae-Byeok. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora