Capitulo 7 - Retorno

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Cabello húmedo, frío, mi cuello torcido y un peso desconocido sobre mi cabeza es lo primero que siento al retomar conciencia de mi ser.
Abrí los ojos aunque mis párpados me rogaban por no hacerlo gracias a la luz que deba directo en ellos.

Un ronquido me sacó del gran trance. Miro de reojo y la cabeza de Roberto está sobre la mía, se ve tan tierno y pareciera que no rompe ni un plato. Tiene la boca abierta y... Esperen, ¿TIENE LA BOCA ABIERTA? Que asco, ahora entiendo la humedad. Tomé toda la fuerza que a penas tiene mi cuerpo e intenté empujarlo, pero su ser parece estar inerte sobre mi.

Estiro un poco mi mano para lograr alcanzar mi teléfono que se quedó encima de la mesa ayer anoche, pero el peso de Saracho sobre mi, no ayuda en mucho. Estiro un poco mi pie para intentar alzarlo con los dedos del mismo,  y por fin, después de tanto intentos, logre alcanzarlo.
Mi plan es poner la alarma para que Roberto se despierte, pero mi plan se ve frustrado cuando me doy cuenta de la hora que es.

7:30 AM. Debe ser una maldita broma.

–Quítate de encima– no sé de donde saque fuerza, pero por fin logré moverlo.

–Deja dormír– se reacomoda en el sillón y continua sin inmutarse de lo que está sucediendo.

–¡Ya levántate!– le tiré un cojín encima  y solo así se movió un poco.

–Solo quiero descansar, ¿Qué tengo que hacer para que me dejes?–cubrió sus ojos con notable desesperación.

–Es miércoles, ya perdimos la primera clase– empiezo a moverme por la sala. –Si queremos llegar a la segunda tenemos que apurarnos.

–Mierda, el ensayo– se levanta casi tan rápido como sus pies se lo permitieron.

–¿Qué ensayo?– me atrevo a preguntar.

–Ah, ¿No te había dicho? Es que  tengo una banda y habíamos acordado ensayar en la mañana– menciona mientras busca algo en el sillón.

–¿De verdad?– me sorprendió, eso es muy genial y...

–Obvio no, Ilian, tengo que entregar un ensayo de tarea– interrumpió mis pensamientos rompiendo todas mis ilusiones.

No dije nada más y subí corriendo a mi cuarto. Casi todas las playeras que tengo de bandas que me gustan son mucho más grande que mi talla. Le prestaré una, lo único que tendrá que usar de nuevo es su pantalón.

Estoy a punto de bajar a entregársela cuando recuerdo algo.
Inmediatamente entro al baño y empiezo a lavar mi cabello, no pienso tener residuos de su boca sobre mi cabeza durante el resto del día.
Terminé de lavarme y salí del baño con una toalla en la mano.

–¿En serio te tomaste el tiempo de darte una mini dicha a pesar de que tenemos el tiempo encima?– me mira incrédulo.

–No lo habría hecho si tú no me hubieras babeado durante la noche– contraataque.

Él simplemente carcajeo hasta quedarse si aire, pero no dijo nada.
Le lancé la playera para lograr que cerrará la boca, y así fue.

–Ve a mi cuarto a cambiarte– salió corriendo hacia el lugar mencionado.

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30 minutos después, ya estábamos saliendo corriendo del departamento para poder llegar a la segunda clase.

Al llegar, fuimos directo al salón de historia.
La mayoría de los alumnos ya estaban ahí. Daniel, Diego y Jota nos miraron detenidamente.

–¿Por qué llegaron tarde?– preguntó Jota.

Después de la tormenta. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora