3 Angelitos navideños

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¡Es lunes! ¡El lunes de la semana de navidad! ¡VIVAAAAA! ^0^Hola a todos, aquí Coco, con ese frío mágico que te gusta y te hace vibrar, lista para darles un nuevo capítulo de este, mi primer especial melizabeth navideño ^u^ Es un placer poder seguir compartiendo con ustedes mi época favorita del año, y deseo de todo corazón podamos seguir divirtiendonos, aquí en mi rincón de Wattpad, pero también allá en sus casitas desde donde me lees. ¡Disfruten al máximo! Y hablando de eso... fufufu. Ya saben que hacer 7u7

***

Nadja cargaba unas bolsas de papel mientras se dirigía al hospital para visitar a Gowther. Hace poco había salido de otra operación, y aunque aún no le había dicho nada sobre su recuperación, ella confiaba en que estuviera sintiéndose mejor. Aunque probablemente no lo suficiente como para asistir a la fiesta de navidad con los demás, lo cual era algo triste, especialmente porque ella sabía lo mucho que él amaba esa fecha. Se registró rápidamente en la recepción, que estaba decorada con listones y campanas, y siguió el tintineante sonido hasta la habitación doscientos ocho, dónde su amado muñeco la esperaba.

—Gowther, ¿puedo pasar? —Como al tercer golpe no contestó, la pelimorada decidió entrar. Un escalofrío comenzó a recorrerle la espalda cuando vio que la habitación estaba vacía. Ni siquiera sus cosas estaban ahí. El cuarto estaba perfectamente esterilizado y limpio, como si nadie hubiera estado ocupando la habitación.

—Disculpe, ¿usted es la señorita Liones? —Una amable enfermera se acercó a ella con cara de preocupación, y Nadja comenzó a temer lo peor.

—Así es, ¿puede decirme a dónde llevaron al paciente de este cuarto? —Al ver la expresión de la enfermera, la pelimorada se sintió morir. Era como si no supiera exactamente cómo decirle lo que parecía una terrible noticia.

—No por favor. No mi Gowther, ¡no en navidad!

—Trasladaron al paciente a la sección siete. Si quiere puedo ayudarla a... —Pero Nadja ya no estaba escuchando. Dejó las bolsas donde estaban, ignoró a la enfermera llamándola, y salió corriendo hacia el piso indicado. Escuchaba sus latidos fuera de control mientras se preparaba para la que tal vez fuera la última vez que vería al amor de su vida, y suplicó a todos los ángeles en el cielo que, al menos por esa noche, el corazón de su amado fuera tan fuerte como el suyo. Preguntando por los corredores, por fin llegó a la habitación indicada. Pero le daba miedo entrar.

—Es navidad, si hay un momento para creer en los milagros, es ahora. Por favor, por favor, ¡queridos ángeles! —Giró el picaporte. Y lo que vio hizo que se pusiera a llorar incontrolablemente.

*

Elizabeth contemplaba el maravilloso árbol que su padre había traído a casa para navidad, y estaba embelesada con la belleza de las luces y las esferas. Ese año se había decidido que fueran de muchos colores, y hasta la estrella que decoraba la punta parecía hecha de pedazos de arcoiris. Aún recordaba como Meliodas y ella la habían puesto al mismo tiempo, tocando sus manos mientras se veían a los ojos y sus hermanas les gritaban que tuvieran cuidado. Su prima Nadja también había estado ahí ese día, y recordarlo hizo que su corazón se estrujara de preocupación por ella y por Gowther. Era víspera de Navidad, y ya todos estaban reunidos en la preciosa mansión de los Liones para celebrar la ocasión. La cena comenzaría en solo unos minutos, pero aunque trató de llamarla durante toda la tarde, su prima no había contestado a su teléfono ni a los mensajes una sola vez. Elizabeth salió de sus lúgubres pensamientos al sentir una mano cálida y fuerte sobre su hombro.

—Meliodas...

—Ellos estarán bien, Eli. Son muy fuertes, y además están juntos, ya verás como antes de que lo pienses se nos unirán. —Ella tomó su mano y la apretó suavemente mientras le sonreía. Él tenía razón. Debía pensar y desear lo mejor si esperaba que se cumplieran sus buenos deseos para sus amigos.

El mejor regalo - Especial de Navidad 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora