Me maldigo a mi misma por lo despistada que había sido al olvidar algo tan primordial. Con lo preocupada que siempre he sido en que todo salga como yo lo he planeado...
Llegué al departamento pasada la medianoche después de la misión encargada a último minuto —por la cual seguía enfurruñada con mi madre, que había roto nuestro trato—. Nara no estaba, seguía en no sé dónde con Helena.
El piso se me hizo solitario y por primera vez en mucho tiempo me estaba sentando mal el estar sola. ¿Qué estaba haciendo? ¿Qué había estado haciendo sola toda mi vida?
Sacudí la cabeza en un intento de desvanecer mis preguntas existenciales que no me llevarían a nada, y decidí que sería buena idea poner música para relajarme en ese departamento moderno pero acogedor que sería mi hogar hasta que algo saliera mal y tenga que huir nuevamente.
Busqué en mi mochila negra, que había dejado en la encimera, mi celular. Encontré mis audífonos, un monedero, guantes, un trozo de cuerda hecho un ovillo, el cartucho negro que protegía mi daga, pero mi celular no estaba ahí.
Recorrí mi habitación, el pasillo, la cocina, incluso repetí el recorrido al estacionamiento buscando mi celular, pero nada. El aparatito no se dejaba ver por ninguna parte.
Me desplomé en el sofá de la sala, agotada e intentando hacer memoria de hace unas horas atrás, pero no podía recordar. Desperté en mi cuarto, me llamó mi madre para obligarme a tomar una misión y luego, ya me encontraba empuñando mi daga, peleando con dos hombres que me ganaban en contextura.
Suspiré pesado, me dolía la cabeza y estaba a punto de cerrar los ojos cuando Nara atravesó la puerta de entrada con una sonrisa radiante en su cara.
—Tienes una cara horrible. —Su cara sonriente con la que había ingresado al piso fue reemplazada por una mueca con el ceño fruncido.
—Gracias. —Me incorporé en el sofá, frotándome la cara con las manos.
—¿Qué ha pasado, hermanita? —preguntó sentándose a mi lado
—Que nuestra madre me asignó una misión para hoy. Acabo de volver —comencé, Val me hacía caricias circulares en la espalda—, y se me ha perdido el celular.
—¿Cómo? ¿No lo llevabas contigo?
—Pues sí, pero no lo sé. Salí de acá con él y ya no lo encuentro.
—¿Y cómo llegaste al lugar de la misión? Quizá se te perdió en el camino —interrogó.
Me detuve a pensar unos segundos, a intentar recordar. Un dolor fuerte se instaló en el punto medio de mi frente y, de repente, la imagen de Sam conduciendo pasó como una ráfaga frente a mis ojos.
—Lo olvidé en el auto de Sam —murmuré para mi misma, pero fue audible para mi hermana, quien ahora me miraba insinuante. De inmediato supe que me molestaría al respecto.
—Así que te fuiste con Sam, ¿eh? —Levantó y bajó las cejas, divertida.
—Claro, si tenía que cruzar todo Osbon. Y una pesada se llevó mi auto...
—Ya, pero ve el lado bueno, ahora tienen otro motivo para verse. Me contacto con Nara y le digo que se te quedó algo en el auto de su hermano.
Quise interrumpirla para decirle que no me interesaba verme con Sam nuevamente, pero antes de que lo lograra, me guiñó y sacó de su celular. Marcó el número que debía ser de Helena
—Hola Nara. Si, he llegado bien. —Comenzó la llamada y su rostro parecía llenarse de luz otra vez—. Oye, no sé qué habrán hecho tu hermano y mi hermana, pero a Nyx se le ha quedado el celular en el auto de Sam.
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Apolar
Mystery / ThrillerElla había hecho algo muy malo pensando que hacía el bien. Él sabía sus secretos. Él y ella eran lo mismo. Solo que en un gran espectro, ellos se ubicaban en cada extremo. En sus vidas no existía un punto medio.