Decidimos seguir viendo los diferentes puestos de juegos, veía a mi niño mirar hacia una mesa en especial, aquella en la que tienen que lanzar dardos y explotar tres globos, noté que sus ojitos brillaban al ver un lindo peluche de su personaje favorito, stitch.
—Amor ¿Te gustó ese peluchito? —él me miró y asintió con timidez. —¿Y por qué no me decías, bonito? —hablé con voz calmada para que no sintiera que lo estaba regañando.
—Pe-perdón Emi, pe-pero no que-ría molestarte —habló bajito.
—No mi amor, no te disculpes, no hiciste nada malo, solo te lo decía porque ví tus ojitos emocionados por el stitch, además, no me molestas al decirme que quieres —me miró atento, —tú debes de saber que yo sería capaz de comprar y regalarte el mundo entero con todo y un lindo moñito azul en tono pastel —sonrío, haciendo que sus ojitos se cerrasen. —Entonces, vamos a por ese premio —hicimos lo dicho.
Nos dirigimos a ese puesto, pagué para tener los tres tiros, uno trás otro fui explotando los globos, cada que lo hacía, mi niño me premiaba con un bonito besito en la mejilla; exploté el tercer globo y dije cuál premio quería.
—Tome señor, su premio —dijo el encargado de la atracción. Solté un pequeño gracias hacia él y me giré a ver a mi bonito.
—Listo mi amor, tu stitch —él lo agarró y –con mucha emoción– comenzó a dar un par de brinquitos, para seguido, abrazarme y dejar un pequeño piquito en mis labios.
—¡Gracias Emi! —me volvió a dejar otro pequeño y dulce beso —¡Eres el mejor! —me abrazó —te amo mucho —susurró sonrojado.
Con una sonrisa pintada en mi rostro, respondí: —¿Mucho, mucho, mucho, mi amor? —el asintió frenéticamente.
—Mucho, muchito, de aquí hasta el infinito —le dejé un beso en su mejilla.
—Yo te amo mucho más. Te amo de aquí hasta el infinito y de regreso —sin poder evitarlo tomé ambas de sus mejillas y lo acerqué a mí.
Uní nuestros labios en una hermosa danza, dónde nuestros labios se rozaban para demostrar todo el amor que nos teníamos el uno al otro.
