Estuvimos todo lo que restaba del día en la oficina, Joaquín se dedicó a colorear en algunos libros de dibujo que había ahí, que claramente yo había comprado para él; aunque estuvo muy tranquilo, sé que el tema de Mateo lo tenía un poco celoso y, es que así es mi bebé, puede tratar de disimular sus celos, pero yo lo conozco a la perfección, y sé que si no se quiso ir a casa fue para asegurarse de que él no volviera a entrar.
Terminé de firmar unos papeles, miré hacia mi niño quien seguía muy concentrado en si dibujo.
—Gatito —me miró —es hora de irnos. —Él se paró y se acercó a mí con sus brazos abiertos —¿Quieres que te lleve en brazos, amor? —Él asintió, y así lo hice.
Caminé fuera de la oficina, en dirección al elevador, despidiéndonos de quién nos encontrábamos a nuestro paso, entramos al ascensor y en un par de segundos ya estábamos despidiéndonos de Luz, caminé hasta el estacionamiento, con algo de dificultad pude dejar dentro del Bugatti a Joaco, quien no dejaba de pedirme mimos con su mirada.
Conduje por quizá 15 minutos y ya estaba entrando «con Joaco en brazos, nuevamente» a casa.
—¿Qué tienes, amor? ¿Quieres mimitos?
—Si, muchos mimitos. —Me senté con él en mi regazo, en uno de los sofás, mientras le hacía piojito.
—¿Estás celosito por lo que pasó, no es así amor? —Él no respondió nada, yo solté una pequeña carcajada —no tienes porqué, cachorro, yo te amo a ti, y solo a ti o ¿Quieres que te lo demuestre? —dije con todo insinuante.
Me miró con sus ojos brillantes y mejillas sonrojadas —Si, Emi, muéstrame cuanto me amas —dicho esto, se lanzó a besarme con lujuria.
Nos levanté con sumo cuidado, caminando en dirección a nuestra habitación, mientras seguíamos besándonos.
Entramos a la habitación, cerré la puerta con ayuda de uno de mis pies, caminé hacia la cama y dejé ahí a Joaquín.
Volví a tomar sus labios, de manera demandante, creando un beso desordenado y húmedo.
Las pequeñas manos de Joaquín buscaron los botones de mi camisa, desabrochó uno a uno sin despegar nuestros labios. Quitó mi camisa, y la lanzó por alguna parte de la alcoba.
Posó sus manos sobre mi pecho, acariciándolo con tranquilidad.
Me separé del beso, trazando con mi boca un camino húmedo, desde su mandíbula hasta sus clavículas.
—Me pones tan mal, Joaquín —hablé contra su piel —me vuelves loco —como respuesta, solo recibí pequeños jadeos y un estremecimiento de su cuerpo.
Subí a su cuello, comenzando a besar y succionar su delicada piel, para crear y dejar marcas algo notorias.
—¡Da-daddy! —gimió.
—¿Qué pasa, bebé?—sonreí con malicia. —¿Quieres que joda tu lindo culo? —él jadeó. —¿Quieres que me adentre en tí y me entierre en lo más profundo? —Mordí su piel, con poca fuerza.
—¡Ah! Sí, Emi.
Me separé de su cuerpo, para admirar su rostro. Quité la ropa que quedaba en su cuerpo, al igual que la que yo aún tenía, quedando ambos en ropa interior.
Joaquín cerró sus ojitos, por el placer que le producía, me acerqué lentamente a su pecho, masajeando con una de mis manos uno de sus pequeños pezones, y el otro estaba siendo estimulado con mi boca.
[Omnisciente]
Cada toque que era proporcionado por las manos del mayor hacia que la piel de su pequeño quemara, de una manera deliciosa, sentía las sensaciones tan nuevas y al mismo tiempo tan conocidas, era perfecto como sus cuerpos reconocían la mejor manera de hacerse disfrutar entre sí.La boca de Joaquín se abría en necesidad de oxígeno y en en busca de la liberación de sus jadeos; esa imagen era tan erótica que el mayor no pudo evitar disfrutar de ella.
El mayor volvió a tomar, con sus labios, el cuello del pelicastaño, estaba tan seguro de que nunca tendría suficiente de él, así que trataría de obtenerlo de cualquier forma.
El pequeño tomó con fuerza los hombros de su pareja, sabía que no podría aguantar tantas sensaciones y emociones entremezcladas
La mente de Joaquín se encontraba bloqueada, en completo blanco, no era capaz de pensar en algo que no fuera su novio dándole extremo placer, haciendo temblar su cuerpo y estremecer sus extremidades.
Con una de sus manos, Emilio comenzó a prepara a su novio, no quería ser brusco con él, amaba verlo de esa manera, tan sumiso, tan dispuesto a todo por él, pero aún así, siendo tan delicado. Sus dedos hacían movimientos dentro de su interior, provocando poco a poco que el dolor se fuera cambiando a placer.
—Pa- —gimió —papi~
—¿Que pasa, bebé? —sonrío con malicia sin detener sus movimientos.
—Mghm —jadeó —te-te nece~sito —habló entre jadeos.
—¿Si, amor? —sacó sus dedos de su interior —disfruta lo que sigue, bebé —susurró en su oído, mientras comenzaba a introducir –lentamente– su falo en la entrada del menor.
Esperó un par de segundos en los que su menor le dió la indicación de poder moverse, haciéndolo de manera lenta al principio, para poco después aumentar el ritmo de sus movimientos.
Su pene entraba y salía de manera consecutiva del interior del menor, haciendo que el menor gimiera de placer.
—Da-daddy~ más rá-pido —pidió en un jadeo, consiguiéndolo al momento.
Las embestidas del mayor aumentaban su velocidad y energía, atacando la entrada del menor de una manera tan dura y dulce a la vez.
Las estocadas del rizado se hacían cada vez más profundas, apuñalando con fuerza el punto del menor, logrando sacarle más gemidos y hacer que arañara su espalda, encajando sus pequeñas uñas en ésta.
Un par de minutos más, el mayor estuvo atacando con furor el interior del menor, siendo necesarias un par de estocadas más para hacer que ambos al ansiado orgasmo.
Tomaron un par de minutos para descansar y tener su pequeña sesión de aftercare, y después poroceder a a limpiarse mutuamente y darse un muy merecida ducha.
Ambos regresaron a la cama, en completa desnudes, siendo tapados solo por las calientes frazadas y dormir abrazados sintiendo los acelerados latidos de sus corazones, danzando en sintonía por el amor y felicidad que sentían estando juntos.